El ex ministro italiano de Relaciones Exteriores, Paolo Gentiloni, fue designado este domingo para reemplazar al primer ministro Matteo Renzi, quien renunció tras sufrir una severa derrota en el referéndun constitucional la semana pasada.
La decisión fue anunciada por el presidente de la República, Sergio Mattarella, único con el poder de designar al primer ministro en Italia según las normas de la Constitución.
Gentiloni, de 62 años, ex periodista graduado en ciencias políticas, hombre moderado y leal a Renzi, deberá someter su equipo de gobierno al voto de confianza, lo que podría tener lugar el miércoles, según fuentes políticas.
«Trabajaré con dignidad y responsabilidad», anunció Gentiloni tras recibir el encargo oficialmente.
«No por mi voluntad sino por sentido de la responsabilidad trabajaré con las fuerzas políticas de la mayoría saliente», una coalición de cetro-izquierda liderada por el Partido Democrático, declaró.
El presidente Mattarella, árbitro de la situación, había anticipado que quería resolver rápidamente la crisis que se abrió tras el rechazo masivo con un referéndum de la reforma de la Constitución promovida por Renzi.
Este domingo, el primer ministro saliente Matteo Renzi, cuya fuerte personalidad y estilo de gobernar dividió al país, se dirigió a los italianos en su página Facebook para decirlse que su dimisión era «verdadera», pero que estaba dispuesto a volver.
«Vuelvo a ser un ciudadano común. No tengo paracaídas. No tengo un escaño en el parlamento, no tengo un sueldo, no tengo una pensión, no tengo inmunidad. Vuelvo a comenzar, como debe ser. La política para mí es servir al país, no usarlo», escribió Renzi.
Un mediador para lidiar con las divisiones
El nuevo jefe de gobierno, que en 2014 remplazó a la entonces canciller Federica Mogherini, actual jefe de la diplomacia europea, cuenta con la experiencia política para lidiar con las profundas divisiones en el PD, mayoría en el parlamento, con corrientes contrapuestas que reman entre sí.
Gentiloni además maneja importantes temas internacionales, un elemento también a su favor, ya que Italia asume la presidencia el próximo año del G-7, el grupo de los siete países más ricos del mundo, y organiza una cumbre de sus líderes en mayo en Sicilia.
Italia también entra el próximo año el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y celebrará en marzo en Roma el 60 aniversario del Tratado de Roma, fecha de nacimiento de la Unión Europea, una oportunidad para relanzar el proyecto tras el Brexit, la salida de la Gran Bretaña.
El presidente Mattarella concluyó la noche del sábado tres días de consultas políticas y espera evitar también que se desate una crisis bancaria si se atrasa la recapitalización urgente del tercer banco del país, el Banco Monte dei Paschi di Siena, decisión que depende del parlamento.
Gentiloni se comprometió a promover un acuerdo en el parlamento para «armonizar» las leyes electorales, de lo contrario Italia correría el riesgo de una parálisis en caso de elecciones anticipadas.
Una ley aprobada en 2015 mayo, llamada Italicum, otorga un premio notable a la mayoría vencedora en la Cámara de Diputados, mientras que en el Senado el sistema se basa en la proporción, por lo que se complica contar con una coalición estable y el riesgo es que el país sea ingobernable.
Una vez que la ley electoral sea armonizada, las elecciones podrían tener lugar, una de las solicitudes del Partido Demócrata y del mismo Matteo Renzi.
«El objetivo es ir a las elecciones en poco tiempo posible», aseguró el sábado el portavoz en el Senado del PD.
El nuevo gobierno no contará con el apoyo de la segunda fuerza política del país, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), formación antisistema, que pide elecciones sin esperar a una nueva ley electoral y anunció que no participará en el voto de confianza al nuevo gobierno, que considera «ilegítimo».
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