Con un radiotelescopio del tamaño de 30 campos de fútbol, China quiere encontrar extraterrestres y convertirse en una potencia científica, un megaproyecto para el que expropió a miles de personas.
FAST, acrónimo inglés de «Radiotelescopio esférico de 500 metros de apertura», comenzó a funcionar a finales de septiembre. Su fabricación costó 1.200 millones de yuanes (165 millones de euros).
Desde la provincia pobre de Guizhou (sudoeste), enclavado entre tres colinas, el FAST puede sondear el espacio, examinar púlsares (estrellas), materia oscura y ondas gravitacionales, para detectar señales de vida.
Su construcción supuso la expropiación de 9.000 vecinos del distrito de Pingtang. Miles de lugareños han presentado una demanda, indignados.
Para Pekín, el FAST es un instrumento de ensueño para recuperar el tiempo perdido y aspirar a los Nobel, según Peng Bo, director de los observatorios astronómicos nacionales.
De un diámetro de 500 metros, el radiotelescopio supera al estadounidense de Arecibo (305 metros), el segundo del mundo y situado en la isla de Puerto Rico.
«Deberíamos ser un poco más audaces, porque tenemos que superar a Estados Unidos a cualquier precio», declaró Peng en una conferencia en la Academia china de las Ciencias.
«Podemos conseguir algunos premios Nobel» gracias al telescopio, predice el astrónomo. Añade que el radiotelescopio es capaz de detectar en un año tantas púlsares (estrellas que emiten radiación muy intensa) como en los últimos 50 años.
China, país más poblado del mundo, sólo obtuvo un Nobel en ciencias, el de Medicina, otorgado en 2015 a la investigadora Tu Youyou.
«Gracias a los extraterrestres»
El FAST necesita una zona tampón de silencio de un radio de 5 km, con prohibición de aparatos electrónicos para reducir las interferencias.
Más de 9.000 personas fueron expropiadas con esta finalidad, informó la agencia oficial Xinhua en julio. Los habitantes desalojados «se beneficiarán de mejores condiciones de vida», afirmó. «Los lugareños de otras zonas aledañas tienen celos de ellos, les dicen que pueden ‘dar las gracias a los extraterrestres'».
Pero algunos habitantes denuncian ser víctimas de expropiaciones sin indemnización, de demoliciones forzadas y de detenciones ilegales. Alrededor de 500 se han querellado ante la justicia contra las autoridades de Pingtang.
Uno de ellos es Lu Zhenglong. En su comparecencia el martes afirmó que los funcionarios demolieron su casa sin advertírselo y sin autorización, aprovechando que él no se encontraba en su interior.
«¿Qué habría pasado si yo estuviera dentro?», declaró a la AFP. Según él, las autoridades «han arrinconado a la gente. Es realmente espantoso».
Un vecino suyo añade: «Nos expulsaron a todos hacia un terreno baldío, ordenándonos que viviéramos allí, sin forma de mantener nuestras condiciones de vida. Para el 90% de nosotros, (encontrar cómo) sobrevivir ya es un problema».
106 dólares la entrada
En lugar de sus casas hay un parque turístico colindante con la zona de silencio. La entrada vale casi 100 euros (106 dólares). Costó 1.500 millones de yuanes, o sea más que el propio telescopio, según la página web de las autoridades locales.
Meng Xiujun, cuyo gabinete de abogados Elites con sede en Canton (sur) se ocupa de los dossieres de los habitantes expropiados, afirma que algunos funcionarios han intentado intimidarlo pidiéndole que «tome en cuenta el contexto más amplio de este proyecto esencial para el país».
«Pero no es sólo un tema de interés económico. Cuando se pide a simples ciudadanos que se arrodillen o se les pega, esto se convierte en un asunto de derechos humanos y de problema de Estado de derecho en China», acusa.
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