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Dicen que Chile es el país que consume más alcohol en América Latina. Las estadísticas no son concretas. Desde el Ministerio de Salud han insistido en validar este tesis, por lo que han desarrollado un plan de medidas para revertir esta situación. Dos de ellas son la prohibición del clásico «happy hour» y la venta de entradas a eventos con derecho a barra libre.
Ambas promociones buscan incentivar el consumo al por mayor de alcohol. La idea es simple: descuentos, ya sea por comprar tragos individuales, packs de 2×1, o bien un ticket que da derecho a consumo ilimitado durante un tiempo establecido.
Al respecto la lógica de las autoridades es prohibir estas prácticas promocionales para desincentivar la compra al por mayor de alcohol. A primera vista las medidas parecieran ir en la dirección correcta. Sin embargo, puede que la reacción de las personas no necesariamente sea la menor ingesta de alcohol.
Tal como muestra la evidencia de los impuestos específicos al tabaco y alcoholes, mayores precios de estos productos ha inducido a la preferencia de sustitutos de menor calidad.
En este sentido es perfectamente lógico pensar que las personas, en vez de optar por beber en lugares públicos, lo haga en su casa y para ello decida adquirir botellas en un distribuidor, o bien se incline por comprar licores de menor calidad, pero a la vez menor precio.
Estas hipótesis nos invitan a pensar que quizás una política verdaderamente efectiva debería apuntar a la prevención del consumo de altas cantidades de alcohol mediante la educación. Y es que en economía creemos que si una necesidad existe y persiste, habrán bienes para su satisfacción, por muy escasos que estos puedan ser. Pero ¿Qué pasaría si lo que antes era necesario ya no lo sea en el futuro?
Matías Godoy Mercado
Director de Economía para todos
www.economiatodos.cl
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