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Querellantes por estafa relatan el “método Garay” y describen la relación que tenía con sus clientes

“Rafael estuvo en varias de las reuniones que nos hicieron para explicarnos el modelo de inversión de la empresa. Había confianza, nos molesta que nos hayan engañado”, manifestó una de las firmantes de la acción judicial.

Un grupo de 16 personas presentó el pasado 9 de septiembre una querella por presunta estafa en contra de Rafael Garay y su ex socio Esteban Aedo, en una de las aristas que se investigan tras la desaparición del ingeniero comercial.

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Los afectados son personas de clase media, pequeños empresarios y comerciantes principalmente, que invirtieron sumas entre los $120 mil y $1 millón 500 mil, quienes relataron a La Tercera cómo fue que llegaron a confiar en Garay.

“Para mí el perjuicio es netamente monetario. Yo soy una persona sola, con tres hijos, que no tiene trabajo, ‘matuteo’ y vendo cosas para mantenerme. Me dejé tentar por la oportunidad y porque estaba respaldado por este gran personaje”, sostiene Gabriela Sáez.

“Rafael estuvo en varias de las reuniones que nos hicieron para explicarnos el modelo de inversión de la empresa. Había confianza, nos molesta que nos hayan engañado”, manifestó por su parte Carla Huaiqueo.

Mientras que Manuel Álvarez, quien es veterinario, señaló que “personalmente, ingresé porque estaba amparada en él. La mejor imagen que tenía la empresa era Garay, le daba seriedad. Uno decía: si está Garay, no creo que se preste para cosas truchas”.

Bourseup se llamaba la empresa de Garay y en ella los clientes compraban paquetes de inversión, que son los dineros que aún no aparecen. En el negocio, que tenía una duración de tres años, las personas decidían si querían recibir adelantos anuales o esperar el fin del período. Luego de este tiempo, se vendían las acciones compradas y se devolvía el capital al inversionista, además de recibir el 50% del excedente logrado.

La querella la comenzaron a planear el 2015 tras el cierre de la oficina de la empresa en Concepción, además de no obtener datos sobre las acciones en que se invertía el dinero. El proceso se aceleró tras la salida de Garay de la firma, incluyéndose posteriormente a Aedo en la acción judicial tras enterarse los querellantes que el ingeniero comercial padecía cáncer.

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