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Puerto Williams, el pueblo más austral del mundo, no existía hace medio siglo. Hoy su joven población, dedicada a la pesca de la centolla y orgullosa de sus ancestros yaganes, mira con esperanza el potencial turístico de su patrimonio natural.
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Fundado en 1953, Puerto Williams está situado en la isla Navarino, frente a las costas del canal de Beagle, diez kilómetros más al sur que la ciudad argentina de Ushuaia.
Casi la mitad de sus 2.200 habitantes trabaja en la base naval de la Armada. El resto se dedica al turismo, la investigación y la pesca de la centolla, que se exporta a Europa y Japón.
«Este pueblo tiene unas condiciones excepcionales para desarrollar las navegaciones y el turismo cultural», cuenta a Efe el antropólogo Maurice Van de Maele, quien oficia de guía.
«La vida cotidiana no es tan dura como muchos creen. Uno se enamora de este lugar; del paisaje, del clima, de la naturaleza. La lejanía entonces se transforma en una ventaja, no en un inconveniente», asegura.
Hasta aquí llegan científicos y turistas antes de partir hacia la Antártida o a la Reserva de la Biosfera del Cabo de Hornos, una de las últimas 24 regiones vírgenes del planeta.
Y hasta este confín de la tierra arribó en 1830 el joven Charles Darwin en el «Beagle» para estudiar las costas de la América meridional, donde empezó a construir su teoría de la evolución de las especies viendo a los indígenas yaganes.
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Este pueblo, que antaño habitaba desnudo en las gélidas orillas del canal de Beagle, hoy apenas alcanza los 300 individuos, la mitad de los cuales vive en Puerto Williams.
«La comunidad yagán es nuestro tesoro cultural, es el pueblo más austral del mundo. Para nosotros es motivo de orgullo que vivan en Puerto Williams», subraya el antropólogo Van de Maele.
Otro de los tesoros del lugar es el Museo Antropológico Martin Gusinde, «dedicado a la conservación del patrimonio natural y cultural del archipiélago de Tierra de Fuego y que contiene una importante colección etnográfica», explica a Efe su director, Alberto Serrano.
Inaugurado en 2008, este museo, que lleva el nombre de un sacerdote y etnólogo austríaco del siglo pasado, posee tres salas de exhibición permanente, una etnográfica, con objetos de la cultura yagán; otra histórica, con vestigios de los antiguos navegantes y colonos, y una tercera arqueológica, con restos de la cultura canoera.
«Las investigaciones que realizamos están relacionadas con los pueblos originarios de la zona, especialmente la comunidad yagán, que habita este territorio desde hace casi 7.000 años, y también con los procesos históricos ocurridos desde que hace más de 500 años los europeos llegaron a este archipiélago», cuenta Serrano a Efe.
En plena reserva de la biosfera Cabo de Hornos se encuentra el parque etno-botánico Omora, que aspira a convertirse en uno de los polos de atracción del turismo científico y sostenible de Chile.
Con la cordillera de Darwin al fondo, el parque Omora es un exuberante jardín de mil hectáreas que alberga el llamado «bosque en miniatura» y donde en un área de apenas el 0,01 % se encuentra el 5 % de la diversidad mundial de musgos y hepáticas.
Este laboratorio natural fue escenario a comienzos de este año del Congreso Internacional de Briología, la rama de la botánica dedicada al estudio de musgos, hepáticas y antóceras, que reunió a un centenar de investigadores de todo el mundo.
Este es sin duda un año de conmemoraciones históricas. El pasado 29 de enero se cumplieron cuatro siglos del descubrimiento del Cabo de Hornos por la legendaria expedición comercial holandesa al mando del capitán Willem Schouten.
Como heroico fue el viaje del explorador anglo-irlandés Ernest Shackleton, cuya expedición quedó atrapada ocho meses en el hielo antártico hasta ser rescatada el 30 de agosto de 1916.
Fue un marino chileno, el piloto Luis Pardo, quien a bordo del barco escampavía «Yelcho» de la Armada protagonizó el difícil rescate en pleno invierno en la isla Elefante, en el archipiélago de las Shetland del Sur.
Y para conmemorar el centenario de esta mítica operación de salvamento, la Escuela de Deportes Náuticos de Puerto Williams celebrará a partir de mañana la regata internacional «Piloto Pardo», la más austral del mundo.
Este club deportivo, donde niños y jóvenes desarrollan hábitos esenciales para desempeñarse en la vida, es una de las iniciativas de las que Puerto Williams se siente más orgulloso, cuenta su director, Eduardo Donoso.
«Al principio éramos una escuelita para 20 niños; hoy tenemos 150 alumnos que aprenden a navegar en las circunstancias más difíciles que se puedan imaginar, lluvia, frío, viento fuerte, aguas gélidas. De aquí pueden salir los futuros grandes navegantes de Chile», asegura.
Juventud y futuro, dos palabras ligadas a Puerto Williams, un pueblo donde uno de cada cuatro habitantes va a la escuela y que mira con esperanza el enorme potencial turístico y cultural de este paraíso natural.
PUB/CM