Cada cierto tiempo, algún evento sangriento vuelve a poner el tema del racismo en Estados Unidos en la agenda noticiosa. Si en 2014 fue la muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri, el año pasado fue el asesinato de Freddie Gray mientras estaba bajo custodia policial en Baltimore. Y esta vez fue la muerte de dos personas negras por disparos de agentes de policía en dos días, en los estados de Minnesota y Louisiana, uno transmitido por Facebook Live. Las manifestaciones pacíficas en varias ciudades del país no se hicieron esperar. Pero la de Dallas terminó de la peor forma: 11 agentes de la policía que custodiaban a los manifestantes fueron asesinados por tres francotiradores apostados en los edificios aledaños a la ruta que seguía la marcha.
“A todos nosotros, como estadounidenses, debería preocuparnos estos tiroteos, porque no son incidentes aislados”, dijo el presidente Barack Obama desde Varsovia, después de enterarse de la muerte de los hombres afroamericanos la semana pasada. “Son sintomáticos de una serie de disparidades raciales más amplias que existen en nuestro sistema de justicia criminal”, explicó.
¿Sigue siendo Estados Unidos un país racista? “A pesar de que algunos discursos entusiastas aseguran que EEUU es una sociedad postracial, el racismo sigue profundamente arraigado en su sociedad, en particular contra los afroamericanos”, decía el director de la Red Europea Contra el Racismo, Michael Privot a Publimetro en abril de 2015, cuando fueron las protestas de Baltimore. “El comportamiento despiadado de las fuerzas policiales es sólo un aspecto del fenómeno masivo del racismo estructural al que se enfrentan”, agregaba, apuntando a lo mismo a lo que se refería Obama.
Y hay cifras que les respaldan. En EEUU, desde el año 2000 se producen 5,1 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según los últimos datos de la Ocde de calidad de vida. El promedio de los países que componen la organización, Chile entre ellos, es de 4,1 homicidios por cada 100.000 habitantes. El factor racial es clave para interpretar este dato.
Según cifras publicadas por The Counted, equipo del The Guardian US dedicado a recopilar información sobre los asesinatos en EEUU, en lo que va de este año la policía ha matado a 569 personas (ver infografía). De ellas, 137 eran negros, el 24%. La cifra puede ser engañosa si no se considera que según datos del FBI, del total de la población de Estados Unidos solo el 13% es de raza negra o afroamericana, mientras que el 63% es blanca. En proporción por cada millón de habitantes, la tasa de asesinatos entre negros y blancos es la misma.
Esto se complementa con lo siguiente: según ProPublica, agencia de noticias independiente de periodismo de investigación, los negros jóvenes tienen 21 veces más probabilidades de recibir disparos de la policía que su contraparte blanca; entre 2010 y 2012 fueron asesinados 31,17 negros de entre 15 y 19 años por cada millón de habitantes, en contraposición con los 1,47 jóvenes blancos.
¿Hay más delincuentes negros?
Esto es lo que podría pensar cualquier persona que viera estos datos: “los negros son más asesinados porque cometen más delitos violentos”. Pero hay estudios hechos por diferentes organizaciones de Estados Unidos que rechazan esta hipótesis apresurada. Un estudio elaborado por un equipo multidisciplinario en Illinois indica que los jueces fueron más propensos a enviar a la cárcel a jóvenes negros que blancos por el mismo delito (51% por 38%). Human Righs Watch, por su parte, aseguró en 2009 que había un “sesgo racial” en las detenciones por posesión de drogas, estimando que las probabilidades de ser detenido por esto para un negro eran de entre 2 y 11 veces más dependiendo del estado.
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