Ante las críticas surgidas en torno a su relación laboral con el estudio de Juan Pablo Hermosilla, abogado de Michelle Bachelet en la querella por injuria contra revista Qué Pasa, Fernando Paulsen anunció su renuncia a radio ADN argumentando «buscar evitar conflictos de interés».
El periodista leyó una declaración pública en la que dice sentirse parte de la querella de Bachelet, al mismo tiempo de calificar como una «censura» lo ocurrrido el pasado viernes en Qué Pasa.
Revisa a continuación el comunicado del profesional:
“La libertad de expresión es lo más sagrado para los periodistas.
Según ello, regulamos nuestras vidas.
Quienes tuvimos la oportunidad de enfrentar atentados criminales contra la libertad de prensa y de expresión durante la Dictadura sabemos de lo que estamos hablando. Respecto de lo ocurrido y que es motivo de una querella contra revista Qué Pasa, hay sucesos que ocurrieron que tienen que ver con la libertad de expresión y otros que tienen que ver con la mutilación de ella, con la censura a nombre de ella y con la edición manipuladora y sesgada, que no se veía en esta dimensión desde la Dictadura.
El jueves recién pasado la revista Qué Pasa hizo un acto genuino de libertad de expresión: publicó en su sitio web transcripciones de una interceptación telefónica a uno de los formalizados en el Caso Caval, Juan Díaz. A las 18 horas subió todas esas transcripciones recibidas. Esa fue, sin duda, una decisión periodística.
Yo, en este mismo programa junto a Andrea Arístegui leímos íntegramente al aire esas transcripciones. Ellas vinculaban con distintos ilícitos a seis personas: Pablo Longueira, Herman Chadwick padre y Herman Chadwick hijo, Gonzalo Cornejo, los abogados de Andrónico Luksic Hugo Rivera y Sergio Bunger, y la presidenta de la República, Michelle Bachelet. Por mucho que esas personas legítimamente se indignaran por lo que se había publicado, y aunque nadie de Qué Pasa había solicitado sus comentarios ni les había avisado, me pareció que lo transcrito era un documento legítimo captado por la policía de Carabineros, y procedí a leer completo el texto, como lo recordarán los auditores de ADN. Esta radio y este programa valoró el gesto de libertad de expresión que significó esa decisión periodística de publicar las transcripciones de habrían recibido. Y leyó al aire, sin omitir, su contenido.
Una hora y media después, todavía en el programa, Qué Pasa hace un gesto autoritario y censura lo publicado, señalando que ese texto fue subido sin editar; que atenta contra los estándares éticos de la revista; que afecta la honra de las personas inculpadas por Díaz y pide perdón por lo obrado. Las transcripciones recibidas en forma completa, de esta forma, dejan de aparecer completas hasta hoy. Ningún otro medio las publica íntegras en prensa escrita y ningún periodista connotado, que yo haya escuchado, las exige como muestra de respetar la decisión de los periodistas de Qué Pasa de subirlas a la página web ese jueves.
La mayor sorpresa viene al día siguiente. La revista impresa Qué Pasa sale con un extenso artículo que trae las mismas transcripciones del día anterior, pero sólo en lo pertinente a Michelle Bachelet. Nada de Longueira, los Chadwick, Cornejo y los abogados de Luksic, Rivera y Bunger. Las mismas transcripciones que habían sido catogadas, menos de 24 horas antes, como atentatorias a los estándares éticos de la revista, que afectaban la honra de los aludidos y quienes no habían sido contactados al respecto, aparecían publicadas reducidas exclusivamente a imputaciones de oídas respecto de Michelle Bachelet.
Yo he sido querellado seis veces, he pasado más de tres meses preso, tanto en Santiago como Valparaíso, he publicado decenas de informes y publicaciones que los gobiernos de turno no querían que se publicaran. Nunca he visto algo como esto en la historia del periodismo chileno. La libertad de expresión, en la revista del pasado viernes, fue censurada, editada y mutilada, sólo para contener las expresiones de Díaz sobre lo que le habrían dicho de Bachelet y tajado y bien tajado todo lo demás que él dice, ya no de oídas, sino de testigo presencial de los demás personajes que involucra.
Trabajo, a toda honra, en la oficina de abogados de Juan Pablo Hermosilla, por lo tanto me siento parte de la querella que Michelle Bachelet entabla contra los responsables legales de la revista, aunque se compruebe más tarde –como creo- que ellos no fueron quienes bajaron las transcripciones completas de Díaz el jueves, acción que imagino de un poder editorial superior.
En esta condición, de ser parte de Hermosilla y Cía, de lo que di aviso públicamente apenas entré a ese bufete y que, cada vez que toco en esta radio una noticia que me provoca conflicto de intereses, digo que lo tengo y que me inhibo y sólo hablo para precisar materias, asegurándome que la audiencia sepa de ese conflicto de intereses. Hoy veo a decenas de colegas que, en una ignorancia de los hechos incomprensible, pontifican sobre la libertad de expresión, omitiendo que sus medios pertenecen o son en parte financiados por los dueños de Qué Pasa, o, en otros casos, más repulsivos aún, no habiéndolos visto jamás defendiendo la libertad de expresión cuando la vida de los periodistas estaba en juego. Me resulta incomprensible que, al son de una antorcha indignada, periodistas avezados no analicen lo que pasó, lo inédito del hecho y lo atentatorio para la libertad de prensa que es que decisiones periodísticas sean censuradas a dedo y concentradas en unas y no otros. Y eso se acepte, se asuma y se olvide.
Por lo anterior, me resulta personalmente muy injusto someter a la Radio ADN a las eventuales consecuencias de mis decisiones profesionales, por lo que en este acto hago abandono de este programa, que tiene un staff periodístico notable o idóneo, que no merece cargar con las decisiones profesionales que yo he tomado.
Un salud a todos, hasta luego”.
PUB/SVM