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Los 24 ministros presentados a la nación en una ceremonia televisada, apenas horas después de la suspensión de la presidenta izquierdista Dilma Rousseff por el Senado para someterla a un juicio político, tienen una remarcable similitud: todos son hombres blancos.
«Es un gobierno de hombres blancos y eso es bastante asustador», dijo a la AFP Ivar Hartmann, un experto en leyes en la universidad Fundación Getulio Vargas de Rio de Janeiro. «Es la primera vez desde la dictadura (1964-85) que no hay una sola mujer. Esto es preocupante».
La llegada del gabinete masculino impresiona tanto más porque Rousseff, apartada del poder en la mañana del jueves tras una maratónica sesión en el pleno del Senado, fue la primera presidenta de Brasil, una de las mujeres más poderosas del mundo.
Temer, de 75 años, habló el jueves de la necesidad de unificar el país con un gobierno de centro derecha de «salvación nacional». Pero la ausencia de mujeres o negros -dos grupos que representan cada uno más de la mitad de la población brasileña- inmediatamente planteó la duda sobre cuánta unidad podrá haber.
«Muestra la ilegitimidad de este gobierno. Muestra que no representan al pueblo», dijo Raquel Vasconcelos de Castro, una estudiante de 19 años que participaba en una pequeña pero ruidosa protesta de mujeres fuera del palacio presidencial cuando Temer llegó para anunciar su gabinete.
– Inspiración –
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Rousseff, que se destacaba en el mundo fuertemente dominado por hombres de la política brasileña, no fue conocida especialmente por ser una líder feminista, pero impulsó y logró la aprobación de leyes marco que castigan el feminicidio e impuso cuotas para negros en universidades públicas.
Su gobierno no tuvo un enorme cantidad de mujeres, pero de todos modos fue el que tuvo un mayor número de representantes femeninas en la historia del país: 15 en total en los cinco años y medio de su gobierno.
Una de sus ministras fue Nilma Lino Gomes, la primer mujer negra en dirigir una universidad federal antes de asumir la cartera de Mujeres, Igualdad Social y Derechos Humanos creada por Rousseff. Un ministerio eliminado por Temer.
El mandato de Rousseff marcó a muchas mujeres, incluido a ministras como Katia Abreu, que el jueves se despidió de la cartera de Agricultura.
«Es un momento muy triste que no podíamos siquiera imaginar que pudiera pasar. Que la primera mujer en presidir Brasil, honesta, capaz, con espíritu público, una mujer de bien, haya sufrido un impeachment injustamente sin haber cometido ningún crimen», dijo Abreu a la AFP con lágrimas en los ojos.
Maria das Neves, una activista de 28 años que llegó a Planalto para apoyar a Rousseff en sus últimas horas en la presidencia, dijo que «fue muy importante para la joven generación de mujeres saber que podíamos alcanzar cualquier lugar, incluida la presidencia».
«No está sola», aseguró una emocionada das Neves. «Representa a todas las mujeres brasileñas».
– Sexismo y política –
Rousseff enfrenta un procedimiento de impeachment por una ofensa aparentemente técnica, quebrar leyes de contabilidad fiscal. Algunos de sus defensores aseguran que la campaña en su contra ha sido marcadamente sexista.
El popular eslogan «Chau querida» -que en realidad le propinó su padrino político Lula en una grabación telefónica registrada por la policía- está cargado de paternalismo, sobre todo cuando fue repetido una y otra vez por los legisladores que votaron por su suspensión en un estridente y airado Congreso.
«Hay actitudes hacia mí que no existirían hacia un presidente hombre», lamentó Rousseff.
En contraste, Marcela, la esposa de Temer, exreina de belleza y 42 años menor que el presidente interino, ha tenido un recibimiento atencioso en la prensa brasileña, característicamente anti Rousseff.
«Bella, recatada y del hogar», la describió la revista Veja en un artículo que desató una ola de burlas pero también de apoyo en las redes sociales.
La funcionaria pública Ana Paula Faria, que también protestaba contra la llegada de Temer al palacio presidencial, dijo que el nuevo gobierno reflejará lobbies crecientemente influyentes en el Congreso: los servicios de seguridad, los evangélicos y el agronegocio.
«No están interesados en mujeres emancipadas», dijo Faria, de 43 años. «No respetan a las mujeres y no sabemos lo que nos espera».
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