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Marcela Temer, de 33 años de edad, se convirtió inesperadamente en Primera Dama de Brasil, pues su esposo Michel Temer –de 75 años, próximo a cumplir 76- asumió la presidencia del país, después de que esta tarde el Senado destituyó a Dilma Rousseff, después de casi seis años de presidencia.
Marcela comenzó su carrera pública como modelo, de hecho, llegó a ser segundo lugar en diversos concursos de belleza, como Miss Sao Paulo, Miss Paulinia y Miss Campinas.
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Pero se casó en 2003 con Michel Temer; ella 20 y él 63, y concluyó su carrera como modelo.
Ambos tienen un hijo, también llamado Michel, de siete años de edad.
En abril pasado concedió una entrevista a la revista «Veja», donde se definió como una mujer «bella, recatada y del hogar».
Confesó que el ahora presidente Michel Temer, quien ya había tenido dos matrimonios anteriores, fue su primer novio
Hace unos años, Michel Temer presentó un libro de poemas llamado «Intimidad anónima», en donde escribió algunos versos inspirados en la actual nueva primera dama.
Dilma Rousseff, destituida
El senado de Brasil decidió destituir a Dilma Rousseff, primera mujer en llegar a la presidencia del país. Esto fue en la votación por el juicio político, el cual fue aprobado por 61 votos.
Este proceso de destitución termina con el mandato de la presidenta, y con 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores, que llegó al poder de la mano de Lula da Silva.
La votación en el Senado de Brasil terminó con 61 votos a favor de la destitución y 20 en contra, por lo que hoy, la mandataria de 68 años de edad y quien fuera suspendida en mayo pasado, tendrá que dejar definitivamente el Palacio de Planalto, que fuera su oficina desde hace seis años, o sea, dos mandatos y medios.
¿De qué se le acusó?
El origen de la destitución de Dilma está en la denuncia de tres abogados, quienes la acusaron de maquillar las cuentas públicas y de hacer trampas con el presupuesto mediante un enredado mecanismo de préstamos públicos.
En pocas palabras: Al gobierno de Dilma Rousseff se le acusa de tardarse en reembolsar el pago efectuado por un banco público a un programa estatal, esto -según sus detractores- con el objetivo de beneficiarse en la campaña de su reelección.
La defensa de Dilma Rousseff insistió que esto no es delito ni una práctica fuera de lo común: «Todos los presidentes anteriores lo han hecho». Mientras que quienes la acusan defienden las instituciones y que «nadie está por encima de la Ley». En palabras de Nelson Barbosa, un exministro de Economía: «Ustedes decidieron que hubo un crimen y luego buscaron qué delito fue».