¿Cuántas veces en debates políticos y sociales hemos escuchado aquella frase de “los niños están primero”? Esta afirmación refleja la importancia que la sociedad concede a los menores como sujetos que merecen nuestra particular atención para que puedan alcanzar la vida adulta sin grandes traumas ni problemas.
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Sin embargo, y en términos de la seguridad vial, no siempre podemos sostener que ellos sean “primero”. Si nos remitimos a la siniestralidad en Chile, una de cada tres muertes corresponde a menores de 15 años. ¿Podemos sostener que aquel enunciado no pasa más allá de reflejar una buena y loable intención, pero que está muy lejos de la realidad? Yo creo que sí.
Los días 16 y 17 de junio se realizará en Santiago el Foro Internacional de Seguridad Vial Infantil, Fisevi, que reunirá a especialistas mundiales en siniestralidad vial en menores. Un encuentro de la máxima importancia y que nuestras autoridades, así como instituciones privadas, deberán valorar, porque de ese evento pueden salir muchas buenas ideas y transmisión de experiencias, que permitan mejorar este flagelo que hoy como chilenos nos afecta y que nos tiene con tasas realmente preocupantes en comparación a la siniestralidad vial infantil de otros países.
Los principios que deben guiar nuestra labor son que los niños están al cuidado de sus padres y que todas las medidas de seguridad que se adopten deben ser aceptadas y respaldadas. No es negociable que normas que tienden a mejorar e intensificar la protección de los menores en sus desplazamientos sean sujeto de crítica y discusión.
No nos oponemos al debate y al diálogo. Por el contrario, siempre a través de la comunicación iremos encontrando los mejores acuerdos que hagan más viables las medidas de protección al menor.
Una de ellas, por ejemplo, es la nueva norma que exige que los menores de 12 años deban ir siempre en los asientos traseros del vehículo, y dependiendo de su talla y peso, utilizar un sistema de retención infantil, porque no tienen la madurez ósea de un adulto que les permita ser sujetados por el cinturón de seguridad. Al igual que los lactantes que no son capaces de sostener sus cabezas, motivo por el cual su silla de seguridad debe ir por lo menos hasta el año de vida mirando siempre en contra del sentido del tránsito.
El autocuidado podemos exigírselos a los adultos, pero no a los niños. Por eso el llamado es a ser responsables como padres con nuestros hijos y a adoptar con entusiasmo las nuevas medidas de seguridad vial infantil, que para algunos podrán parecer incómodas, pero son un importante avance como país.
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Una actitud positiva hacia la nueva normativa mostraría un cambio como sociedad y un paso hacia el compromiso en hacer realidad esa frase de “los niños están primero”.
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