Mientras Rousseff seguía tejiendo alianzas para salvar su mandato, el abogado general de la Nación, José Eduardo Cardozo, presentó la defensa de la mandataria de izquierda ante la comisión de 65 parlamentarios que debe dar su parecer sobre la apertura de un juicio de destitución.
Cardozo insistió en la ausencia de «crimen de responsabilidad» que justificase un impeachment, por lo cual este equivaldría a un «golpe de Estado» que amenazaría el futuro de la joven democracia brasileña.
«Un nuevo gobierno no puede nacer con esa mancha de ilegitimidad, sean quienes sean los hombres que lo integren», lanzó Cardozo en su alegato final.
La oposición acusa a Rousseff de haber ordenado el maquillaje de las cuentas públicas en 2014 para reducir el impacto de la desaceleración económica y asegurarse la reelección.
Si la comisión considera que hay causas válidas para abrir un juicio político, este debe ser aprobado por 342 de los 513 diputados (dos tercios) y ser tramitado luego por el Senado.
Rousseff, con la ayuda de su antecesor y mentor político Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), seguía negociando con varios partidos para rearmar su gobierno y asegurarse los votos necesarios en la Cámara, tras la ruptura del partido centrista PMDB, que cuenta con 69 diputados.
«Los diputados de la bancada del PMDB votarán de acuerdo con su conciencia, tendrán libertad y no sabemos lo que va a pasar porque hay posiciones divergentes», dijo a la AFP el líder de la bancada, Leonardo Picciani.
– «Deseo de venganza» –
Cardozo, con rango ministerial, enfocó sus lanzas contra el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, afirmando que el cuestionado parlamentario había aceptado discutir el pedido de impeachment «por venganza, porque el gobierno no lo apoyó para evitar el proceso» que la Comisión de Ética de la Cámara le abrió por presunta corrupción.
Cunha cometió un «desvío de poder» al utilizar el procedimiento de impeachment como represalia, remachó Cardozo, en una sesión en la que habían globos rojos del PT y un muñequito inflable de Lula vestido de presidiario (apodado el ‘pichuleco’).
Cardozo «está faltando a la verdad y ejerce de forma indigna la defensa (…) Busca polarizar conmigo para evitar la discusión de lo que tiene que defender, que es el proceso», dijo por su lado Cunha, que este lunes rechazó siete nuevos pedidos de impeachment contra Rousseff y dos contra el vicepresidente Michel Temer, que heredaría el poder si la mandataria es finalmente destituida.
El jefe de la cámara baja, tercero en la línea de sucesión de Rousseff, se convirtió el mes pasado en el primer político brasileño protegido por fueros que deberá sentarse en el banquillo de la Corte Suprema por haber recibido, según la acusación, al menos cinco millones de dólares en sobornos procedentes de la red corrupta que desangró a la estatal Petrobras.
Cunha fue acusado además ante la Comisión de Ética de la Cámara de mentir sobre la existencia de unas cuentas de su propiedad en Suiza, que son investigadas por la fiscalía para determinar si fueron el destino final de fondos desviados de la petrolera.
Y el domingo apareció el nombre de Cunha en la investigación periodística de los «Panama Papers», el escándalo generado por la filtración de documentos del gabinete panameño Mossack Fonseca, especializado en crear empresas en paraísos fiscales.
Cunha negó tener cualquier tipo de empresa offshore.
– ¿Esperando a Lula?
Lula fue nombrado jefe de gabinete de Rousseff, pero su asunción fue bloqueada por un juez del Supremo Tribunal Federal (STF), por sospechas de que se trataba de una argucia para librar de la justicia ordinaria al fundador del PT, investigado por presunta corrupción en el escándalo de Petrobras.
Lula, que el sábado mostró confianza en poder asumir esta semana el cargo, multiplica los mítines de apoyo a Rousseff.
«El pueblo fue a la calle y vamos a proteger el mandato de Dilma», dijo en un acto en Sao Bernardo do Campo, en la región paulista, donde surgió como líder sindical en los años de la dictadura militar (1964-85).
En Brasilia, Rousseff buscaba premiar a partidos capaces de garantizarle un apoyo contra el proceso de destitución.
Rousseff destituyó a varios funcionarios de menor rango nominados por Temer, quien es también jefe del PMDB.
Pero también trata de evaluar el apoyo que podrían brindarle los «pemedebistas» que disienten con la orden de ruptura, y en particular los seis ministros de ese partido que expresaron su deseo de permanecer en sus cargos.
La crisis política de Brasil se potencia con una grave recesión. El mercado espera una contracción del PIB de 3,73% este año, casi igual a la de 2015 (3,8%).
PUB/IAM