Su esperada alocución, programada para las 17H00 locales (18:30, hora de Chile) y que según la Constitución debe hacer cada año a más tardar el 15 de enero, ocurre en plena crisis institucional desatada tras la instalación hace diez días de la nueva Asamblea Nacional.
El fragor del debate en estas dos semanas llegó al punto que el presidente del parlamento, el radical antichavista Henry Ramos Allup, debió enviar a Maduro un mensaje a través de su esposa Cilia Flores.
«Lo recibiremos son serenidad y respeto», le prometió. Maduro entrará al hemiciclo para dirigirse por primera vez ante una bancada opositora que desde el día en que tomó el control del parlamento anunció que irá tras una vía legal para «cambiar el gobierno» y a la cual acusa de planear darle un «golpe de Estado».
Su asistencia estuvo en duda debido a que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) había declarado el lunes en «desacato» al parlamento y, por ende, había anulado sus decisiones por haber juramentado a tres diputados opositores que, acusados por el oficialismo, están suspendidos mientras son investigados por supuesto fraude electoral.
Pero la oposición debió retroceder el miércoles y acatar la decisión del TSJ de desvincular a los legisladores cuestionados, tras lo que el Tribunal, al que la oposición acusa de servir al chavismo, levantó el jueves el desacato y el fallo de nulidad, con lo que el presidente podía dar cuenta de su gestión ante la Asamblea.
Ese primer capítulo de la serie de enfrentamientos de poderes que se avecina los venezolanos lo han vivido con preocupación. «Yo de verdad ya no sé qué va a pasar aquí. Esto sigue empeorando y empeorando y ahora menos lo van a arreglar porque se están peleando por la Asamblea», dijo a la AFP Juan Molina, un vigilante de 44 años.
En el ojo de la tormenta económica
La expectativa está centrada en el informe del presidente sobre lo que admitió en llamar «emergencia económica», para cuya atención anunciará en breve un plan con medidas de impulso a la producción frente a la dependencia casi total del petróleo -fuente del 96% de divisas-, en momentos en que el precio está por el suelo.
De antemano Ramos Allup desacreditó el «decreto de emergencia económica», al afirmar que «la crisis no es superable con este gobierno».
«Es un modelo fracasado», dijo el legislador, quien pone entre las prioridades de la agenda opositora una amnistía para presos políticos y reformas económicas.
El país con las mayores reservas de crudo del mundo tiene también, según consultoras privadas, la inflación más alta del mundo, superior al 200%, y sufre una aguda escasez de alimentos y medicinas, que genera largas filas que exasperan a los venezolanos.
«A los que están en las colas, a los que tienen problemas para acceder a las cosas, estamos trabajando para ellos. Para eso tenemos distintos planes que estamos desarrollando, ya estamos trabajando», dijo la víspera el sociólogo Luis Salas, nuevo ministro de Economía, considerado del ala radical de izquierda.
Maduro sostiene que el país está en una «tormenta» económica de la que sólo puede salir «con más socialismo», frente a un «parlamento burgués» aliado con Estados Unidos que busca imponer su «modelo neoliberal» de privatizaciones y acabar con las conquistas sociales de la revolución.
«Si el discurso es el mismo (guerra económica, imperialismo, controles, amenazas), lo único distinto que pueden ser los resultados… es que sean peores», advirtió el economista Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, empresa venezolana de inteligencia de mercado que analiza la toma de decisiones de instituciones y gobiernos.
Analistas independientes recomiendan la unificación de los tres tipos de cambio -más el del mercado negro, 125 veces mayor que la tasa más baja oficial-, la eliminación del control de precios, aumentar el precio de la gasolina que es casi regalada en este país, estímulo a la inversión privada y reducción del gasto público.
«Éste es un gobierno impredecible. El presidente tiene que hacer ajustes pero no aislados, tomar decisiones sobre cómo va a resolver el déficit del 22%. Este año la contracción económica debe estar en el 6,8% y podría ser peor», anotó el economista José Casique.
Los analistas temen que el choque de poderes postergue la atención de la crisis, prioridad de los venezolanos. Símbolo del enfrentamiento es el parlamento ahora sin los retratos de Hugo Chávez que mandó a retirar Ramos Allup.
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