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En una viñeta aparece el Pato Donald y un grupo de hippies protestando por la paz. En un ataque de generosidad dice, “ahí va un grupo sediento… ¡Eh, gente! ¡Tiren sus estandartes y tomen limonada gratis!” y los invita a beber ese rico jugo. Sin embargo, en la viñeta que sigue la masa se convierte en una multitud que corre desordenada, pidiendo “diez limonadas” o “yo me tomaré una aquí y llevaré otra para el camino”. Caos. Al lado, aparece un grupo de militares y todos toman limonada, ordenados, no como los hippies. ¿Coincidencia?
Ese es el análisis que hizo Armand Mattelart en su libro “Para leer al Pato Donald” (1972) y que, aunque han pasado los años, parece todavía tener vigencia. Así al menos lo cree Cristián Leporati, director de la escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales.
“Ese libro es una joya”, dice a Publimetro confesando que lo leyó de niño y que desde ahí, le encantó. Sin embargo, más allá de gustos personales, analiza el texto con una mirada crítica. Por lo mismo, parte contextualizándolo.
“Hay que entender que, en la época en que fue escrito, el cómic era un texto de relevancia”, dice.
Con ello sobre la mesa, explica que “en ese entonces, la relevancia del cómic está en que disfrazaba la comunicación” y luego indica que, si bien Mattelart analiza el discurso que hay detrás del Pato Donald, asegura también que “toda creación tiene uno”.
“Me preguntas si está a favor de los militares. No es que estén a favor del concepto de lo militar o del imperialismo. Lo que sucede es que las personas que escribieron eso, vivían en un contexto donde ello ocurría, donde estaban los hippies y estaban los militares. Entonces, lo que hacen es disfrazar esto y ponerlo como algo para reírse. Entonces, no es que los dibujantes estén ideológicamente influenciados de una u otra forma. Lo que hacen es reflejar su historia, su vida, su país”, dice.
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“El caso es el siguiente: todo el mundo sabe que los hippies son espontáneos, con el pelo largo, con ropas como las que usaban, más desordenados. Y todos saben que los militares son más ordenados. Entonces, lo que hace el cómic, más que un discurso pro militar, es plasmar esa creencia”, aclara.
Si embargo, esta no es la única lámina que tiene un mensaje que dice “algo más”. En el libro se analiza otra donde aparece el Pato Donald pidiendo una brújula. Otro personaje, con rasgos aborígenes dice “les regalaré el aparato a la condición de que enseñen a la población alguna costumbre útil” y los sobrinos responden “les enseñaremos a cuadrarse ante sus gobernantes”.
¿Hay que temer?
El especialista dice que no, pues todos las producciones creativas tienen un discurso y eso se puede ver incluso en un día normal en Chile. “Cuando vemos un capítulo de Morandé con Compañía, lo que hay detrás es la cosificación de la mujer. O sea, vemos un programa donde la mujer es una cosa, sale con prendas apretadas y el líder de opinión o el que manda es un hombre”, explica.
– Hay un capítulo de Los Simpson en el que los militares producen una banda de pop que luego lanza un hit “Yvan Eht Nioj” que leído al revés es “Join the Navy” (“Únete a la marina”) Claramente eso es ficción, pero yendo más allá ¿eso puede llegar a pasar en algún momento en la vida real?
– Lo que pasa es que la serie que tú me indicas está destinada a un público con un bagaje cultural más amplio, entonces lo que hacen ahí, es reírse de la sociedad. Y bueno, más allá de eso, las Fuerzas Armadas, claro, se sirven de la cultura pop para enviar mensajes, pero como todos. Los políticos también lo hacen. Hoy en día el discurso que manda es el del espectáculo y eso hacen los políticos. Entonces, las Fuerzas Armadas, sí, también lo hacen. Si nos fijamos bien, el principal mensaje es que convertirse en militar es llegar a una “gran familia” y si ves la última encuesta CEP, el valor que los chilenos le asignan a la familia es muy grande. Entonces, en el fondo, lo que hacen es valerse de eso.