El informe que entregó Amnistía Internacional sobre el estado de los derechos humanos en el mundo dibuja un panorama poco alentador, dominado por los discursos del odio y la retórica del “nosotros contra ellos” en muchos países, incluidos los democráticos, lo que está creando un mundo más dividido y peligroso, alerta la organización en su informe, que abarca 159 países.
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En Publimetro hablamos con Ana Piquer, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Chile, sobre los principales destacados del informe:
1. ¿Por qué esta falta de sensibilización tan grande los gobiernos ante los derechos humanos?
El análisis que hemos hecho es que viene desde un descontento previo, es decir, hay evidentemente problemas de seguridad graves en algunos países, hay niveles de desigualdad y de falta de respeto a derechos económicos, sociales, culturales, muy fundamentales en muchos países del mundo y eso va generando un descontento. A veces este tipo de discursos que prometen resolver esos problemas por la vía de limitar derechos, de culpar a comunidades completas, venden, en definitiva; y eso es peligroso porque finalmente lo que hacen es minar y cuestionar los fundamentos más básicos de los derechos humanos, justificando la violación de derechos humanos de algunas personas por distintas razones como si fueran menos humanos que los demás.
2. ¿Hasta qué punto crees que la idea de “desayunar muertos” todos los días ha hecho que normalicemos situaciones que no son para nada desdeñables?
Hay una normalización sin duda, y que esos discursos vengan de liderazgos importantes también genera un efecto. Uno lo ve, por ejemplo, después de lo que pasó en Reino Unido con el Brexit, que los discursos que venían desde líderes políticos apuntaban a que la migración es mala, que los migrantes son algo que perjudica a la sociedad británica, y eso en definitiva gatilló un aumento de ataques en la calle a personas migrantes.
3. ¿Podemos decir que el discurso político ha minado en la opinión ciudadana?
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Claro y va normalizando de alguna forma que esté bien discriminar a alguien porque sea de determinada nacionalidad, etnia o religión, porque si el presidente lo dice, por qué yo no. Eso es lo preocupante de lo que instala el presidente Donald Trump en EEUU y lo que va generando en la sociedad finalmente.
4. ¿Estamos en un momento en el que la desazón se puede apoderar de nosotros y dejarnos inactivos?
Nuestro llamado es que eso no pase, quienes estamos en la lucha por los derechos humanos, lo que intentamos siempre es movilizar y que ojalá esto no sea una forma de deprimirnos y que esa depresión nos inmovilice, sino por el contrario, que nos haga resistir estos embates, que nos haga dar nuestra opinión, movilizarnos, difundir información, usar todos los canales que tengamos para seguir posicionando el discurso de derechos humanos y mostrando que somos muchas las personas que seguimos creyendo en los derechos humanos y queremos hacer lo imposible para impedir que estos discursos se instalen.
5. ¿Cuál es el “mea culpa” de Amnistía Internacional?
No sé si es un «mea culpa» pero algo que sin duda es necesario, es irse adaptando a cómo comunicamos los mensajes, en el sentido de que siempre se ha hablado que estamos en esta era de la “postverdad”, en que la información que fluye muchas veces es información falsa, circula en redes sociales muy rápidamente, y desde Amnistía estamos muy acostumbrados a hacer informes muy largos y sólidos, de muchas páginas que hoy la gente no lee.
No vamos a dejar de hacerlos y de hacer una investigación sólida, y asegurarnos de que nuestros datos estén bien respaldados, porque eso es parte de nuestra independencia, imparcialidad y rigurosidad, pero creo que hemos hecho mucho aprendizaje acerca de cómo comunicamos nuestros mensajes, de cómo tratamos de llegar a la mayor cantidad de gente posible en este nuevo mundo en que las comunicaciones empiezan a ser diferentes.
6. ¿Cuáles son las acciones para combatir esta situación, y cómo visibilizan sus acciones como ONG para que la gente vea que se está haciendo algo?
Un punto muy importante desde Amnistía Chile, como estrategia, es poner un foco muy importante en educación en derechos humanos. Creemos que es un canal fundamental para trabajar con los más jóvenes educando en derechos humanos y empoderando a las personas para que entiendan sus derechos, puedan defenderlos e ir generando una mayor conciencia ciudadana y una mayor masa crítica de presión para que se respeten los derechos humanos y quizás ahí hay un camino importante.
7. ¿El informe es bastante fatalista, qué esperanza hay para 2017?
Creo que la principal esperanza en este momento es la movilización ciudadana, uno está viendo señales de eso, en EEUU por ejemplo, lo que pasó en los aeropuertos con las órdenes ejecutivas de Trump sobre migrantes, que sea la ciudadanía la que reaccione efectivamente frente a abusos graves y frente a discursos que no contribuyen a un avance en derechos humanos sino que lo contrario y en la medida en la que la ciudadanía se mantenga activa, alerta, y ponga presión en los políticos , en definitiva, eso va a hacer que vean que no son discursos que venden sino que perjudican. Lo más importante para este año es eso: mantenerse vigilantes.