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La mujer que destapa los “trapos sucios” del Vaticano: intentos de soborno, lugares de citas sexuales y negocios oscuros

Francesca Chaouqui, que fue consultora para la reforma económica del Vaticano, publica ‘En el nombre de Pedro’, donde reproduce conversaciones con otros miembros de la comisión para el cambio creada por Francisco

La relaciones públicas italiana Francesca Chaouqui, condenada a diez meses en el juicio celebrado en el Vaticano por el caso «Vatileaks 2», publica hoy un libro en el que acusa a parte de la Curia de remar contra las reformas del papa y en el que aparecen documentos sobre las finanzas del Estado pontificio.

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En «Nel nome di Pietro» (En el nombre de Pedro), título del libro que sale hoy a la venta -que hace referencia tanto a la Iglesia como al nombre de su hijo, que nació durante el proceso- Chaouqui relata el tiempo en que formó parte de la COSEA, la comisión creada por el papa Francisco para estudiar las cuentas de la Santa Sede.

La relaciones públicas se describe casi como una heroína dispuesta a ayudar a Francisco: «Cuando sus ojos (los del papa) se posan sobre mí, siento como una descarga eléctrica y quedo hipnotizada por su mirada. De repente descubro que por él me arrojaría al fuego. Y sé que habrá fuego».

Y que termina como una especie de víctima sacrificada arrojada al fuego por algunas fuerzas dentro de la Curia como el cardenal George Pell, prefecto de la nueva Secretaría de Economía de la Santa Sede, a quien acusa de haber conseguido un alto cargo para protegerse de la investigación en Australia por haber ocultado casos de pederastia de algunos sacerdotes.

«En Roma, el manto del Vaticano cubre cualquier mancha, pero se necesita un cargo que incluya un pasaporte vaticano y Pell está intentando obtenerlo», asegura en el libro, de 279 páginas.

Y asegura que en Roma existen diversos lugares de citas a los que los sacerdotes acuden o se encuentran con jóvenes.

En el texto aparece continuamente el sacerdote español responsable de la COSEA, Lucio Angel Vallejo Balda, condenado en ese juicio a 18 meses de cárcel y que tras cumplir más de la mitad en el Vaticano el papa le concedió la libertad condicional y se trasladó a la localidad española de Astorga.

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Chaouqui le define como un hombre impulsivo y excesivo, que perdió la cabeza al no haber conseguido un puesto de importancia en la Curia y filtró los documentos a los dos periodistas que también fueron imputados en el proceso y luego absueltos por falta de jurisdicción.

También relata la confesión del sacerdote español de su homosexualidad en una habitación de hotel en Florencia, pero no aparecen en el libro los mensajes de WhatsApp que se leyeron durante el proceso en los que la relaciones públicas le llamaba «gusano», «marica» o le amenazaba con destruirle ante la prensa.

En la publicación se adjuntan algunos documentos con datos sobre las cuentas del Vaticano, que ya han aparecido en los libros de los dos periodistas, y la primera página de un informe sobre la seguridad en el Estado que Chaouqui afirma que Vallejo Balda encargó a los servicios secretos españoles.

En el presunto documento de la inteligencia española, sin ningún tipo de sello y escrito en italiano, los posibles objetivos sensibles aparecen tachados por motivos de seguridad, según precisa a pie de página la relaciones públicas.

«En el Vaticano alguien roba al por mayor, y no en pequeñas cantidades. Incluso en el supermercado se han volatizado productos por un importe total de 412.000 euros. Está confirmado que los costes han aumentado el doble respecto a los ingresos, pero nada ni nadie explica por qué», afirma Chaouqui en su obra

Cuenta también intentos de soborno por parte de alguien que representaba al hospital pediátrico del Vaticano para que no se dieran a conocer las irregularidades en la gestión.

Asimismo, incluye el informe sobre los «grupos de poder» e «intereses económicos» de algunos altos cargos vaticanos y que, según Chaouqui, interceptó Pell antes de que llegase al papa.

También relata sus encontronazos en los pasillos de la Casa Santa Marta con Francisco y los rosarios rezados a solas con él.

Ahora toca a la fiscalía vaticana evaluar si se ha cometido un delito con la publicación de estos documentos.

Desde la oficina de prensa del Vaticano explicaron a EFE que la publicación «no les quita el sueño».

En su epílogo, como en una novela de intriga, la autora asegura que en la céntrica iglesia de San Luigi dei Francesi ante los cuadros del Caravaggio, su contacto en la Secretaría de Estado vaticana le informa «pasándola papelitos».

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