El gobierno brasileño confirmó la muerte de al menos unas ocho personas por fiebre amarilla tras un brote de esa enfermedad en el estado de Minas Gerais, al sudeste del país, razón por la que amplió su vacunación en ciudades vecinas como Rio de Janeiro y Salvador de Bahía.
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A través de una conferencia de prensa, el ministro de Salud, Ricardo Barros, confirmó que la transmisión de la enfermedad que causó la muerte de estas personas se debe por picaduras de mosquitos silvestres.
El gobierno decretó emergencia sanitaria en 152 ciudades por el gran aumento de casos por el contagio de esta enfermedad, los que no se detectaban en zonas urbanas de Brasil desde 1942. En tanto, en Minas Gerais, con casi 21 millones de habitantes, había registrado su último caso autóctono de fiebre amarilla en áreas campestres en 2009.
Barros enfatizó en la ocasión que la situación en Minas Gerais estaría controlada, gracias a una vacunación masiva impulsada por el gobierno. Además, aseguró que la ampliación de la vacunación a 14 ciudades del estado de Rio de Janeiro (sudeste) y a 45 de Bahia (centro-este) es sólo una medida de «precaución» por la proximidad con las ciudades monitoreadas y porque esas regiones cuentan con abundante vegetación donde se puede propagar el mosquito.
En 2016, Brasil registró seis casos de fiebre amarilla en áreas campestres de todo el país, de los cuales cinco murieron. Y en 2015, contabilizó nueve, con cinco muertos.
La fiebre amarilla genera temperaturas altas, escalofríos, cansancio, dolor de cabeza y muscular, y suele estar acompañada de náuseas y vómitos. Los casos agudos no son frecuentes y derivan en una insuficiencia renal y hepática, ictericia (ojos y piel amarillenta) y hemorragias.