Parece que todo lo que hace Donald Trump es «a lo grande»: aún no vive en la Casa Blanca y ya protagoniza su primer gran escándalo en la presidencia, gracias a la polémica por el falso informe sobre sus vínculos con el Kremlin, que propuso chantajearlo a tal grado que pudiese poner en juego su mandato. Documento que el mismo presidente electo calificó como «falso», situación que, según sus declaraciones, lo hace sentir atacado como estuviera en la Alemania nazi.
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https://twitter.com/realDonaldTrump/status/819164172781060096
La controversia continúa: el ex espía británico del Servicio de Inteligencia de Reino Unido, el MI-6, Christopher Steele, se encuentra desaparecido ya que teme por su vida luego de su nombre se revelara como autor del documento, según consignaron medios locales.
¿Cómo empezó todo?
La respuesta a esa pregunta la ha intentado explicar el medio estadounidense The New York Times en un amplio artículo para dar con los trapos sucios del que, por ese entonces, era el precandidato más polémico en la carrera.
La historia comenzó en septiembre de 2015 cuando un desprendido republicano anónimo, contrario a Trump, contrató a una firma de investigación de Washington llamada Fusión GPS, con el fin de sacar a la luz los escándalos del magnate y sus puntos débiles para hundirlo, a través de un “expediente comprometedor”.
¿Quién está detrás de Fusión GPS? La empresa está encabezada por un antiguo periodista del diario The Wall Street Journal, Glenn Simpson, cuyo equipo durante las elecciones presidenciales investigaron a ambos partidos en la contienda electoral estadounidense. Ha pesar de los largos meses de recopilación de datos sobre los negocios de Trump y vida privada, todo interés de hundirlo por parte de los republicanos contrarios a él que ordenaron la investigación terminaron cuando fue elegido como el candidato oficial del partido.
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Parecía que la búsqueda de trapos sucios estaba condenada a morir, pero entonces surgió el interés desde el otro bando, los partidarios demócratas de Hillary Clinton decidieron seguir financiando la investigación.
Pero nadie se esperaba que el fin de semana previo a la nominación de Hillary Clinton como candidata oficial a continuar con el legado de Obama, hackearan al Comité Nacional Demócrata, dándose un giro inesperado en el guión.
El impacto fue mayor cuando Wikileaks publicó una serie de correos electrónicos del Partido Demócrata, quienes acusaron que el gobierno de Rusia estaba detrás de este hackeo con el objetivo de beneficiar a la campaña de Trump. Mientras que el gobierno ruso rechazara estas acusaciones y las calificaron de “inapropiadas”.
Fue entonces cuando Glenn Simpson decidió contratar a Christopher Steele, uno de los directores de la agencia Orbis. Ya habían trabajado juntos antes y el ex agente conocía bien al país transcontinental porque trabajó durante 20 años en Moscú.
Según detalla The New York Times, Steele, por su pasado como espía, no estaba en condiciones de viajar a Rusia para investigar una posible relación de Trump con ese país. Razón por la cual contrató a nativos rusos, quienes le propiciaban informes, mientras el ex agente los recopilaba en documentos que fueron enviando a Fusión GPS hasta diciembre pasado.
El destape
Una vez superadas las elecciones, la empresa de espionaje dejó de recibir la supuesta financiación demócrata, ya que las informaciones proporcionadas eran muy difíciles de comprobar debido a la ausencia de pruebas. Razón por la que Steele puso en conocimiento de la Oficina Federal de Investigación (FBI) de sus descubrimientos sobre Trump, pero acabó cortando la relación frustrado por la lentitud del Departamento de Justicia de EEUU, y según Steel, el poco interés que le pusieron a sus reportes
Supuestamente, el ex agente del MI-6 hizo circular sus documentos por diversas agencias de inteligencia durante semanas, hasta que la información llegó a manos del senador republicano John McCain, quien ha recibido las críticas de Trump en diversas ocasiones y quien le entregó los archivos al director del FBI. Los servicios secretos elaboraron un dossier propio y se lo mostraron tanto al presidente electo como a Barack Obama.
El expediente se filtró a numerosos medios de comunicación, pero no se atrevieron a publicarlo en su momento al no poder contrastarlo debidamente. Situación que cambió esta semana cuando responsables de la CIA, el FBI y la Agencia Nacional de Seguridad añadieron el informe en un comunicado de prensa relacionado con el ciberataque de Rusia.
BuzzFeed fue el primer medio en publicar el escándalo, mientras que la CNN le dio veracidad, lo que produjo eco. A partir de ahí empezó a circular el chantaje de Rusia, el incidente de las prostitutas contratadas por Trump para orinar en una cama donde había dormido el matrimonio Obama o el vínculo con el Kremlin.