El debate está desatado. Ya sea por ahorrarse unos pesos, porque no hay muchas opciones disponibles en el mercado o por las complicaciones derivadas de la pandemia para traer a un extranjero, varios clubes del fútbol nacional han optado por extender la permanencia de sus entrenadores interinos.
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Entre ellos están dos de los tres equipos “grandes”, Universidad Católica y Universidad de Chile. Hasta este domingo, la “U” sacaba la tarea adelante, con un Esteban Valencia que había mantenido la solidez defensiva heredada y le había agregado una forma más eficaz de asistir a Joaquín Larrivey.
Sin embargo, en su primera prueba de fuego en el profesionalismo, el “Huevo” demostró que está recién rompiendo el cascarón. Modificó la receta que le estaba dando resultados -el 4-4-2 que venía parando-, puso como titular a un jugador que claramente no estaba al 100 por ciento -Ramón “Cachila” Arias- y terminó cocinándose solo en el “Superclásico”.
Además, al frente tenía a un Gustavo Quinteros que en este 2021 está cumpliendo la “mayoría de edad” como director técnico, carrera que arrancó en el 2003. Leyó la movida de su rival, le ganó el mediocampo, lo desbordó por todos lados y le propinó una paliza táctica, que pudo ser mayor.
En una metáfora de la vida, el argentino-boliviano estaría ingresando a la universidad, mientras que su colega chileno estaría entrando a primero básico. La experiencia no se compra en el quiosco del colegio.
En una instancia grande, se notó más que nunca. Por algo el santafesino no ha perdido ningún clásico dirigiendo en nuestro país, ya sea con Colo Colo o con la UC, y no por nada ya ha comandado a dos selecciones.
El apelativo de “profesor” no va para cualquiera que se sienta en una banca. Quinteros le dio una verdadera lección a Valencia, quien seguramente tendrá mucho que aprender del desastre de Rancagua.