El primer juego de computador que tuve fue el FIFA Soccer Manager 1997. Ahí me las daba de Nasser Al-Khelaïfi, claro que, en vez del París Saint-Germain, dejaba cesante a Sir Alex Ferguson y elegía al Manchester United.
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Al cabo de un par de temporadas, ya tenía la oncena con los mejores jugadores disponibles, por lo que, de ahí en adelante, para que no se pusiera fome, me dedicada a agrandar el estadio. Mientras tanto, ganaba la Champions un año tras otro y en varias campañas lograba la cuádruple corona, sumándole Premier, FA Cup y Copa de la Liga.
Como muchas veces la realidad supera la ficción, casi un cuarto de siglo después, el empresario catarí arma un All Star en el PSG sólo comparable a los “Galácticos” del Real Madrid. Y lo remata con Lionel Messi, a quien Arsene Wenger definió en su momento como “un jugador de PlayStation”.
En tiempos donde los eSports están sobrepasando en audiencia a los deportes tradicionales y donde se empieza a discutir si podrían formar parte de los Juegos Olímpicos, la FIFA y la UEFA deben ponerse las pilas para mantener la competitividad y tomarse en serio el Fair Play Financiero. Porque las generaciones que vienen están perdiendo el interés en el fútbol habitual.
Difícil no perderlo si en las principales ligas del mundo, la lucha por el título se acota a tres, dos o hasta un equipo, y el resto pelea por premios de consuelo. Solamente Inglaterra ha conseguido sostener cierto atractivo, aunque con el City “árabe” como amenaza.
La NBA, por ejemplo, ha sido bastante estricta con el tope salarial y ha podido conservar una liga competitiva, donde acaban de disputar la final dos quintetos que no estaban en los cálculos de nadie. El monto es igual para todos, lo cual impediría que se inventen triquiñuelas, que derivan en que un gran club como el Barcelona esté en la ruina por querer estar a la altura de los petrodólares.
Si no se hace un «parelé», el balompié planetario va camino a ser un juego de jeques y multimillonarios, cuyo único objetivo será levantar la “Orejona”. La Superliga Europea fue un indicio de lo que viene.
¿Y los torneos locales? Game Over.