La eliminación de Rusia 2018 dolió tanto porque los propios jugadores de la “Generación Dorada” sabían que ése era su Mundial. Llegarían en una edad plena, como bicampeones continentales y ya sin la presión de tener que ganar algo, por eso fue tan traumático todo lo que pasó tras esa derrota en Brasil, con una crisis que arrancó esa misma noche.
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Después se quiso empezar de cero y se trajo a un entrenador con dos objetivos paralelos: clasificar a Qatar 2022 e iniciar el tan necesario recambio, si pretendemos que los éxitos perduren. Por varias razones, que ya no vale la pena seguir discutiendo, Rueda tuvo que dar un paso al costado, obligado por los resultados y por un ambiente hostil que ya era inmanejable.
Ahora, Lasarte asumió con una sola meta en mente: conseguir un boleto para el torneo planetario. Si se pueden sumar algunos jóvenes al proceso, bienvenidos, pero lo importante acá es sacar los puntos para volver a la cita máxima, incluso, sacrificando la Copa América para no poner en riesgo el desgastado físico de los más veteranos.
Así, estamos en presencia de “El último baile” de los “históricos” que tantas alegrías le han dado al país. Ellos lo tienen claro simplemente con mirar sus carnés, por eso arriesgan sus cuerpos como lo hace, por ejemplo, Medel, quien deja todo por la “Roja” y luego, con suerte, puede jugar en el Bologna, donde pasa lesionado.
Y qué quieren que les diga, estos futbolistas se merecen una última oportunidad de disputar una Copa del Mundo. Aunque nadie está por encima de la Selección, se ganaron con creces la opción de ellos mismos definir en cancha si podrán llegar o no a un certamen orbital, que sería la guinda de la torta para esta generación.
Con “Machete” parecen tener un aliado, un Phil Jackson que apostará por los “viejos rockeros” siempre que estén disponibles. La renovación post «Generación Dorada» quedará para más adelante.