Adriano fue uno de los grandes futbolistas brasileños que apareció a comienzos del Siglo XXI. Su potencia, velocidad y capacidad goleadora lo alzaron como uno de los mejores jugadores del planeta, pero por distintos motivos su etapa en la élite mundial no se extendió por muchas temporadas.
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Algunos de esos factores los abordó en en una carta publicada en The Players Tribune, en donde publicó una carta en la que repasó varios pasajes de su carrera, entre ellos sus desenfrenados días como jugador del Flamengo.
«Te diré la verdad sobre ese equipo. A veces íbamos a los entrenamientos no por el fútbol, sino sólo por los tragos de después. Tan pronto como nos despedían del entrenamiento, hora de la fiesta. ¡Todas las esposas conocían el trato! ¡Estaremos en casa a medianoche!», confesó el «Emperador».
Por otro lado, Adriano confesó que uno de los momentos que marcó un quiebre en su carrera fue la muerte de su padre, en agosto de 2004, cuando se encontraba en el Inter de Milán. «Después de ese día, mi amor por el fútbol nunca volvió a ser el mismo», reconoció.
«A él le encantaba el fútbol. Cuando yo jugaba, jugaba para mi familia. Entonces, cuando murió mi padre, el fútbol nunca volvió a ser lo mismo. Me deprimí tanto, empecé a beber mucho. Realmente no quería entrenar. No tuvo nada que ver con el Inter. Sólo quería ir a mi casa», agregó.
En la misma línea, Adriano contó que «todo había terminado para mí, físicamente. Puedes operarte, rehabilitarte e intentar seguir adelante, pero nunca volverás a ser el mismo. Mi explosividad se había ido. Se me acabó el equilibrio. Mierda, todavía camino cojeando. Todavía tengo un agujero en el tobillo».