Para encontrar un tesoro hay que buscarlo, pero también hay que tener suerte para que aparezca brillando desde abajo. Fortuna han tenido últimamente los clubes “grandes” de nuestro fútbol, que, obligados por las circunstancias, han debido echar mano a la juventud y ésta, por lo general, no ha desentonado.
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Ya sea por las lesiones o por el coronavirus, a los entrenadores no les ha quedado otra que poner juveniles en partidos clave. Y éstos han estado a la altura.
Partamos por Universidad Católica. Si bien los cruzados se caracterizan por darles oportunidades a sus canteranos, no era la regla de Ariel Holan hasta que se desató una pandemia de lesionados. Desde entonces, asomaron con fuerza Carlos Salomón, Clemente Montes y Gonzalo Tapia, y de cara a la temporada que arranca, ya nadie duda de que pueden ser primeras opciones de cambio o, por qué no, titulares si se duerme algún consagrado.
Sigamos con Colo Colo, otro que fue un hospital en la campaña 2020. Tuvo que lesionarse Óscar Opazo para que Jeyson Rojas pudiera debutar en Primera y demostrar que no le quedaba grande el desafío, siendo fundamental en la permanencia de los albos. Ni hablar de Pablo Solari, quien, aunque no es formado en Macul, también es una prueba concreta de que no hay que fijarse en el carné (para ambos lados).
Terminemos con Universidad de Chile, que, de los tres, debe ser el que menos chances les ha dado a sus cadetes en los años recientes. Azul Azul se ha gastado millonadas en refuerzos, tapando a cualquier proyecto que pudiera surgir. Hoy, Simón Contreras es titular indiscutido y varios de los que se pararon con personalidad en Buenos Aires ante San Lorenzo merecen ir teniendo su espacio.
¿Será que realmente no había recambio o que no hubo voluntad para impulsarlo?
