Es casi un hecho que Reinaldo Rueda se convertirá en el reemplazante de Carlos Queiroz en la banca de Colombia. Son múltiples los factores que llevan a “Triple R” a alejarse de la “Roja” para volver a hacerse cargo del buzo de su país. Pero pese a las ganas y a la inminencia del acuerdo, no se trata de una negociación simple, “a fardo cerrado” o incondicional, sobre todo por parte del aún seleccionador nacional de fúbol. De hecho, hay un punto en particular que el entrenador pretende imponer para encabezar el proyecto “cafetero”.
Cansado de la crítica permanente que algunos sectores le prodigan, desgastado por la incomodidad que vive su familia y, sobre todo, aburrido del desprecio que la dirigencia demuestra por el proceso que encabeza, Rueda tiene argumentos de sobra para partir.
Nunca ha sido su idea dejar el trabajo a medias, pero la escasa consciencia que existe de las limitaciones por cuestiones externas y ambientales que ha tenido su labor, así como la disponibilidad de recursos humanos limitados, y de menor calidad y talento que la “Generación Dorada” que debe reemplazar, hacen que el estratega caleño opte por salir en un momento que, se supone, traerá beneficios a las tres partes: a las federaciones chilena y colombiana y, por supuesto, al propio Rueda.
En los últimos días, eso sí, la cadencia de la negociación se ha ralentizado. Y no por el fin de semana, por las fiestas de fin de año o porque en Quilín estén pensando en contar con un director nacional de selecciones -cargo para el cual intentan seducir a Francis Cagigao-, quien en teoría debería ser un factor determinante respecto a si es Rueda u otro quien debe entrenar a la “Roja”.
Por ahora, el asunto pasa por “Triple R”. Si decide partir a Colombia, así será. Pero, para que eso ocurra, aún hay una pieza faltante en el puzzle. Hay un detalle en el trato que no termina de convencer a Rueda de volver a dirigir a la selección de su país.
Con casi todo arreglado, con la negociación muy bien perfilada, hay un aspecto que resulta fundamental para el entrenador caleño y respecto del cual aún no logra acuerdo, y tiene que ver con la extensión del contrato que lo unirá con la selección colombiana.
La Federación “cafetera” le ofrece un trato por esta Clasificatoria, hasta que concluya el ciclo, ya sea jugando la Copa del Mundo de Qatar 2022 o no.
En cambio, Rueda, quien ya tuvo un paso por el banquillo colombiano en una situación similar, quiere algo más a largo plazo, que le permita ir más allá del próximo torneo ecuménico, si es que clasifica.
En el fondo, a lo que aspira “Triple R” es poder empezar él un ciclo eliminatorio con su país. Habida cuenta de que ese seleccionado también avanza en el proceso de renovación de la generación que estuvo en los dos últimos Mundiales, entiende que la tarea de llegar a la cita asiática ahora no será sencilla, aspira a que le den la chance de guiar el proceso que, está seguro, lo llevaría con éxito a Canadá-Estados Unidos-México 2026.
Una aspiración lógica del DT, quien ve potencial futuro de los jóvenes colombianos, termina siendo un detalle que podría ser determinante y trabar una negociación que parece estar destinada a concretarse.