Es mediatarde del miércoles, y hace poco más de 24 horas, Hernán Caputto ha dejado de ser, oficialmente, el técnico de Universidad de Chile. Tras 15 meses, el exarquero se desvincula del club al que llegó a hacerse cargo del proyecto de series inferiores y que, pronto y de golpe, se convirtió en la opción para salvar del descenso a los azules en la campaña 2019. Ahora, tras un segundo semestre complicado por las lesiones, los resultados y la fisonomía que mostraba en la cancha, la institución decide que es tiempo de un nuevo cambio, dejando otro proceso caduco. Alejado de sus funciones en la práctica desde el sábado, el ahora exentrenador analiza su paso con el buzo azul.
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¿Cómo está, tras estos días?
—El ánimo, bien. Lógicamente, no es grato, porque uno quiere terminar el proceso, más cuando se trata de un lugar donde uno quiere estar, del que se sale de modo un poco abrupto y considerando el momento en que llegué y cómo está hoy el equipo. Independiente de las situaciones, estoy bien, porque nos hemos entregado por entero como cuerpo técnico. Siempre habrá análisis y autocrítica de lo que fue este proceso. Me habría gustado que tuviera una evaluación al término del proceso, que iba a ser en enero. Pero ya está.
Mirando en perspectiva, ¿qué tan forzada fue su asunción en el primer equipo el año pasado?
—No fue para nada obligada. Creo en las oportunidades. En ese momento se dio. Creo en los riesgos que hay que correr para tomar ciertas responsabilidades. Eso ha sido parte de mi vida.
¿No fue un poco apresurado, considerando que no tenía experiencia con primeros equipos?
—No lo fue, desde mi punto de vista. Llegar a tomar el fútbol joven y terminar rápidamente en el primer equipo fue porque el club me necesitó. Así me lo hicieron ver. Creo en las capacidades de mi cuerpo técnico y mías para asumir un desafío muy difícil, y que muchos no quisieron: estaba ahí y soy testigo de cómo varios se bajaron de esa posibilidad. Nosotros asumimos el desafío en un momento muy, muy difícil . Y lo sacamos adelante. Principalmente en lo que tiene que ver con la estabilidad emocional, que no tenían el club ni los jugadores. Asumimos esa responsabilidad y esa gran presión que -para mí- no existe, porque uno hace lo que quiere y, ante eso, no se puede estar presionado. Asumir penúltimos y, después de 15 meses, dejarlos quintos, no es lo mismo. Ya me quisiera yo asumir a la “U” en este escenario…
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Pero llegó a trabajar con las series menores, y finalmente, ese proceso se truncó casi antes de empezar. La idea era generar identidad en las fuerzas básicas. ¿No queda en deuda con eso?
—Las cosas se dan y, por supuesto, llegué al club a eso. Pero hay algo que el vértigo que implica estar en el primer equipo hace que no se vea: desde mi llegada se generó una continuidad. Diez jóvenes firmaron su primer contrato, siete debutaron en primera división. Todos formados integralmente en el fútbol joven, con detalles que tienen que ver con la exposición de llegar a un primer equipo, tener equilibrio emocional, saber hablar con la prensa, saber respetar su entorno… Eso se continuó.
Antes de llegar a la “U”, una de las cosas que evaluábamos en la selección era por qué había tan pocos jugadores del club en las Sub 15, 17 y 20. Hoy, lo puedo decir con seguridad: pasamos de tres a cinco seleccionados en la 15, de cuatro a seis en la 17, y de apenas uno en la sub 20 a tener cuatro. Además, se participó en los microciclos de la selección adulta con entre dos y cinco jugadores del primer equipo. Eso se ve poco, pero es dejar legado en el club, sobre todo para los jóvenes. También se vendió un jugador (Luis Rojas) en una cifra muy importante, cosa que tampoco había pasado hace muchísimos años en el club. Eso también tiene que ver con el cuerpo técnico, porque conocíamos a Luis, pues no es magia. Conocerlo, tenerlo en selecciones fue clave para, cuando llegamos al club, darle la oportunidad. La experiencia se construye por las oportunidades. Hace siete años que no debutaba un jugador de 17 años en el primer equipo como titular: él lo hizo. Luego, sabemos lo que le dejó al club económicamente. Eso también es dejar legado…
Pero es un riesgo hacer una primera experiencia en un primer equipo grande…
—Es lo mejor que me pudo haber pasado. Es entrar a Harvard a hacer primer año.
Ni Manuel Pellegrini se atrevió a tanto. Su debut no fue tomando a la “U” teniendo que salvarla del descenso…
—Qué mejor dicho… Esa palabra: salvarla…
Es bien extrema la primera experiencia. Pudo hipotecar su futuro… A Pellegrini le pasó...
—Los riesgos hay que correrlos. Si no pasas la puerta, no hay cómo saber qué hay del otro lado. Puede haber un abismo o el paraíso. Pienso que está el paraíso.
Las lesiones, el plantel corto y pelear arriba
¿Cuál es el análisis que hace de estos 15 meses de gestión, virtudes y defectos?
—Amerita un análisis mucho más profundo. Se generó una estabilidad emocional importante el año pasado, sin dudas. En este momento hay más de lo que se consiguió en todo el torneo cuando restaban seis fechas. En números es más. Lo que también quiso el club, que se bajara un 45 por ciento la planilla y se generara una estabilidad institucional, ahí también.
Se logró que vinieran jugadores como Walter (Montillo), cuya incorporación fue esquiva por muchos años. Mi función como entrenador hizo que él tomase esa decisión. Eso fue muy bueno.
Independiente de lo malo que fue el año pasado, se jugó una final de Copa Chile y se clasificó a una Copa Libertadores, cuando nadie lo imaginaba o soñaba, sino que todos aspiraban a salvar la categoría. Son cosas que hay que analizar, sin perder de vista aquello.
Por muchos momentos pudimos jugar a lo que quería, y en el último tiempo, a lo que podía. Eso es real.
Hay que tener en cuenta una cosa: el acuerdo general que hizo el club con la pandemia tuvo mucho que ver, no sólo en el fútbol profesional, sino en el formativo y el área administrativa. Porque creo mucho en el acuerdo por sobre una rebelión que no nos trajo daños colaterales como lo tienen aún algunos clubes.
Por la pospandemia, asumo las responsabilidades futbolísticas, independiente de las lesiones, que no afectaron solamente a los mejores de nuestro equipo, sino que de los mejores del torneo.
Creo que se generó una inestabilidad emocional en lo que tiene que ver con el cambio pospandemia en lo administrativo. Se produjeron algunos cambios de estructura que desestabilizar on algunas cosas importantes de la institución que estaban muy bien antes de… Sin quitarme responsabilidad, influyeron sin duda en el equipo.
Estamos hablando del cambio de presidente, cuando se fue José Luis Navarrete y llegó Cristián Aubert…
—Eso no fue beneficioso para el club y menos para los jugadores. Fue muy bullicioso en un buen momento nuestro. Genera inestabilidades. A partir de algunos cambios administrativos, en algún momento se vieron reflejados en la cancha. Esos cambios, a veces, generan fortalecimiento o debilidades en una estructura…
Entiendo, pero volvamos a la autocrítica…
—Siempre creo que podemos mejorar, andar mejor. Sin dudas. Hay que recordar que, a principios de año, me pidieron tener una temporada sin complicaciones, y comenté que si creían en eso, no estaba disponible, sino que quería luchar -con Universidad de Chile- en los primeros puestos. Siempre lo hemos hecho mientras estuve, independiente de que hayamos querido estar aún más arriba. Llegamos a estar segundos y hoy estamos quintos, pero nos hemos mantenido ahí desde el comienzo del torneo. Como dije anteriormente, en lo futbolístico, lo último que pudiese representarme se vio en el primer tiempo frente a Audax Italiano. En lo demás, se generaron muchas cosas desde lo que se podía. Ahí viene otro análisis: el 75 por ciento de los lesionados del plantel fueron jugadores ofensivos. Luego, la crítica futbolística debe generar un análisis profundo de eso. Creo que siempre está la responsabilidad de los entrenadores, en todo sentido, no la quito. Y asumo que siempre hay buenos y malos momentos: en los primeros estamos todos, en los otros, sólo algunos.
¿No asume un error en el armado del plantel?
—Es que las lesiones no se pueden predecir.
Pero hay abundancia de cierto tipo de mediocampistas que, con matices, son más o menos similares, en desmedro de alternativas más ofensivas o, derechamente, de atacantes…
—Volantes centrales hay dos, mixtos hay cinco. Y, de los mediocampistas ofensivos, uno se fue vendido en tres y medio millones de dólares con 17 años, y el otro vino a darnos muchísimo, como Walter Montillo.
Igual, el plantel se ve corto en esa zona…
—Sin duda, pero era más corto de delanteros…
¿Y no hay autocrítica por el armado del plantel?
—Desde el armado, en un inicio, lo que nos faltó -y siempre se dijo- fue lateral izquierdo. Uno más para tener. En ofensiva, quisimos que esté (Jonathan) Zacaría, y no pudo estar en la primera parte del torneo. Siento que el plantel era corto. No siento que fuera insuficiente.
Para Caputto en la baja del rendimiento «influye notoriamente» el cambio de presidente
¿Por qué baja tanto el rendimiento del equipo pospandemia? ¿Sólo las lesiones?
—No. Te lo compartí. Para mí, influye notoriamente (el cambio de presidente de Azul Azul). Si un ambiente de trabajo no está bien, puede costar desarrollarse.
¿Cómo era la relación con Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg, directores deportivos?
—Muy buena, cercana, teníamos mucha relación, como debe corresponder con los directores deportivos. Ellos diferencian los roles: Sergio está mucho más en lo futbolístico, y hablábamos siempre. Eso se mantuvo aún pospandemia, aunque también se generaronn lugares y espacios de inestabilidades, pero nuestra relación nunca cambió, independiente de las dificultades del último tiempo, que son públicas: cuando los resultados no se dan, que se genera una minicrisis, que son y están, que son momentos propios del fútbol, con las curvas de rendimiento, cíclicas. Es ahí donde hay que tener mucha estructura, paciencia, tolerancia y creer en los procesos…
En la “U”, esa fe en los procesos parece estar a la baja…
—No pude terminar mi proceso, es una realidad. No podría hablar de lo anterior. Desde lo mío, lo que puedo decir es que me habría encantado una evaluación a fin de una temporada completa. Si la hacemos hoy, el año pasado llegué con el equipo penúltimo. Quien asuma hoy, toma un equipo en el quinto puesto. Ya me quisiera ese escenario, que es muy diferente al de agosto del año pasado. Además de una estabilidad diferente.