Han pasado más de ocho años desde aquel 12 de junio del 2011, cuando la UC de Pizzi llegó al Nacional con cotillón, tras haberle ganado la final de ida a la U por 2-0, y luego tuvo que quemarlo con el 4-1 en contra que le costó el título de ese Apertura. Ese día se inició una larga travesía por el desierto para los cruzados, llena de segundos puestos, que ahora parece estar sepultada gracias al trabajo iniciado por Salas, retomado por Beñat y perfeccionado por Quinteros.
Pese a lo anterior, en la institución precordillerana todavía quedan protagonistas de esa fatídica noche ñuñoína para la Franja, tanto en la directiva como en el plantel. En este último, además del lesionado Gato y del postergado Toselli, está Parot, antagonista de esa jornada, pues se fue expulsado por un patadón de roja directa que terminó sentenciando la suerte de los suyos.
El Poncho las ha vivido todas en la Católica y es uno de los referentes de una generación que aprendió a golpes que nunca hay que cantar victoria antes de tiempo, por más que la tabla de posiciones diga otra cosa. “Si caemos en el juego, es probable que terminemos sin conseguir nada”, fueron sus sensatas palabras previas a la visita del sábado a Curicó.
En el deporte, no hay nada más paralizante que darse por ganador antes de serlo, cuando todavía queda competencia por delante. Un buen ejemplo en tiempos de Netflix: el capítulo del golfista francés Jean van de Velde, de la serie Losers, véalo.
Además, ¿qué ganan en San Carlos diciendo que ya son campeones? ¿Acaso les van a pasar la copa antes?
Todo a su debido momento, especialmente el cotillón. En la Cato aprendieron la lección.