El técnico de Universidad de Chile, Ángel Guillermo Hoyos, fue despedido luego de las dos humillantes goleadas sufridas ante Unión La Calera y Cruzeiro. Los azules cayeron 6-1 frente a los cementeros por la décima fecha del torneo nacional, y luego fueron derrotados 7-0 por los brasileños por el Grupo 5 de la Copa Libertadores, el pasado jueves en Belo Horizonte.
Sin embargo, esos dos resultados no fueron parte de eventos aislados, sino que están ligados a una larga cadena de razones que fueron desgastando el proceso del ahora ex entrenador de los universitarios, mezclando razones físicas y psicológicas que terminaron derrumbando al plantel de los azules y sentenciando el futuro de Hoyos en la U.
El primero de ellos fue el convulsionado Superclásico que vivieron el pasado 15 de abril frente a Colo Colo, y que desnudó todas las licencias defensivas que presentaba la escuadra laica, que, a pesar de acumular siete victorias consecutivas tras su cambio de esquema, no tuvo consistencia en los laterales y el nerviosismo hizo que la última línea mostrara errores que no había vivido en fechas anteriores.
A consecuencia de la derrota frente a los albos y la imposibilidad de controlar el camarín tras la pelea entre Mauricio Pinilla y Jean Beausejour en plena cancha del Estadio Nacional, Hoyos perdió el rumbo y la confianza de sus jugadores. En los días posteriores a ese partido, el DT trató de seguir el funcionamiento del equipo como si nada pasara, pero todo había cambiado.
La presión mediática de haber perdido un nuevo Superclásico le pesaba al cuerpo técnico del argentino, que no entendía el difuso rumbo que había tomado su equipo luego de la caída ante el Cacique. Frente a eso, las declaraciones del capitán Johnny Herrera sobre el norte futbolístico que debían seguir los laicos, demostraba la desconfianza que le tenía el equipo a su DT, y que al final terminó evidenciándose en las dos últimas goleadas sufridas por la U.
El «sí» a todo
En paralelo a eso, el entrenador se equivocó en la decisión de rotar jugadores para cuidarlos para los partidos de Copa Libertadores. En un partido complejo frente a Unión La Calera, como visita y en la cancha sintética del estadio Lucio Fariña de Quillota, el DT dispuso de un equipo totalmente improvisado, alternativo y que incluía, por ejemplo, al volante Rafael Caroca como defensor central, o jugadores que nunca habían compartido cancha en un partido oficial.
Además de eso, y dentro de ese elenco goleado 6-1, el DT incluyó a un complicado Pinilla, quien contaba con una lesión en el tobillo que le aquejaba de hace semanas, rompiendo así la filosofía de cuidar físicamente a sus futbolistas, privilegiando la necesidad de obtener resultados favorables para los registros de la concesionaria Azul Azul, en medio de la crisis deportiva.
Todo esto, a causa de su desacertada postura de decir a todo que sí, a todas las decisiones que tomaba la dirigencia universitaria. El DT tuvo poca voz a la hora de elegir a los futbolistas, y sólo sucumbió ante el plan de austeridad que reiteraba una y otra vez el gerente deportivo Ronald Fuentes. Dentro de ese panorama, la sociedad anónima le fue entregando jugadores que llegaban sin mucho costo económico como Isaac Díaz, Rafael Vaz, Armando Cooper, entre otros refuerzos.