El ejercicio es simple: revisar dónde estaba jugando Nicolás Jarry a principios del 2017 y compararlo con los torneos que ha disputado en el arranque de este 2018. Y el salto es gigante, tal como los casi dos metros que mide el Príncipe.
El año pasado, el nieto de Jaime Fillol entró a la cancha por primera vez en República Dominicana para defender a Chile en la Copa Davis. Venció en sus dos encuentros de singles a José Hernández (263º) y Nick Hardt (1.772º).
Ya en febrero, tuvo que inscribirse en la qualy del Challenger de Tempe, en Estados Unidos, donde superó a dos rivales sin ranking y a su compatriota Tomás Barrios (459º). Luego, cayó en la ronda inicial del cuadro principal a manos del italiano Salvatore Caruso (249º).
En la semana siguiente, llegó al partido decisivo en Morelos, donde perdió en la definición ante el kazajo Alexander Bublik (170º). Tras ello, vino a nuestro país para jugar en Santiago a comienzos de marzo, tal como el certamen que arrancó este lunes en nuestra capital, y también sucumbió en la definición con el brasileño Rogerio Dutra Silva.
Sin embargo, la raqueta nacional del momento ya está en otro estatus y el challenger santiaguino no forma parte de su calendario. En los primeros dos meses de esta temporada, ya ha estado en cuatro campeonatos ATP, con unos cuartos (Quito), una semi (Río de Janeiro) y una final (Sao Paulo), además de una segunda vuelta en India y la participación en el Abierto de Australia, donde tuvo debut y despedida.
Ahora, goza de un merecido descanso para encarar de la mejor manera su incursión en el Masters 1.000 de Miami, a fines de este mes, y después el duelo frente a Argentina en San Juan, por la Ensaladera de Plata. La Torre ya está a otro nivel y lo logró en apenas 365 días.