Por Gonzalo Pérez Amar, enviado especial a Tupiza
Las malas noticias para la organización del Dakar comenzaron el sábado por la noche. Al campamento de Uyuni, donde llegaron los pilotos tras la etapa maratón, llegaba la información que el campamento de Tupiza, el lugar de término de la octava especial, estaba anegado por las fuertes lluvias.
El abundante barro que existía en el bivouac de la sureña ciudad de Bolivia obligó a los camiones de asistencia a estacionarse a un costado de la ruta y no en su lugar habitual dentro del campamento.
Pero las malas noticias recién habían comenzado y en la zona de informaciones había un letrero que anunciaba que la novena etapa había sido cancelada. Las abundantes lluvias afectaron las zonas por las que pasaría la especial de este lunes, que tenía contemplado un recorrido entre Tupiza y Salta, y un corte en la ruta 52, ubicada por la zona de Jujuy, obligó a la organización a suspender el recorrido.
Tal como en 2017, donde dos etapas fueron suspendidas por el mal clima y otras dos fueron recortadas, el Dakar vuelve a sufrir con las lluvias. Ahora,luego de la suspensión de la novena etapa, los pilotos sólo deberán realizar un enlace de 500 kilómetros para llegar hasta Salta, la primera ciudad argentina que albergará la carrera, y así ya pensar en la décima especial, que se correrá este martes con un kilometraje de 373 kilómetros con meta en Belén.
