Por Mario Palominos – @MarioPalominosC
Colectivo Alta La Frente UC – Twitter – Facebook
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Hay algunos jugadores que tienen algo especial, jugadores que sin ser tremendos cracks mundiales o simbolicen ser la insignia de un club, se las arreglan para llegar al cariño de la gente y ser querido por los hinchas. Un gran ejemplo de esto es el caso de Luis Núñez en la UC.
Si bien hizo sus divisiones inferiores en Universidad Católica, no fue hasta el año 2006 que empezó a escribir su historia adulta con La Franja. Con los años, y a punta de su dotada técnica y coraje en la cancha, se fue haciendo un espacio en el corazón de los hinchas. Pero más allá de este breve resumen futbolístico del paso de Núñez en Católica, ¿qué motiva escribir una columna sobre Lucho Pato? Muchos se preguntarán por qué ahora y otros dirán que no es nadie significativo en la historia del Club. Razones hay y más de una, sobre todo en días como hoy.
La cercanía con Lucho, va más allá de lo futbolístico, es más grande. Era uno de nosotros que se puso la camiseta y, que además, le salía todo en la cancha, qué mejor que eso
Lucho Pato, como es conocido por Los Cruzados, es de esos jugadores que uno sabe que no es ídolo del Club y tal vez ni siquiera referente -categoría ambigua que da espacio a muchas cosas- pero que se le tiene cariño porque jugaba como si fuera un hincha más, porque cada cierto rato te entregaba una gran jugada o un lindo gol, porque andaba orgulloso con su Franja en el pecho –igual que sus hijos- en barrios donde la mayoría de hinchas eran de los equipos rivales, porque siempre defendió a morir sus colores como aquel día, hace 10 años, en el estadio Monumental frente a Sanhueza. Entonces, la cercanía con Lucho, va más allá de lo futbolístico, es más grande. Era uno de nosotros que se puso la camiseta y que, además, le salía todo en la cancha, qué mejor que eso. Y después de dejar de jugar al fútbol, siguió a la Cato yendo a la galería ¡Mejor aún! Un cruzado.
¿Por qué hablar de Luis Núñez diez años después? ¿Qué pasó en tanto tiempo? Lucho Pato hace unos días salió en libertad luego de su estadía en la cárcel, quizás de esas experiencias más amargas que pueda tener un ser humano. Y está bien, Lucho se equivocó, es más, no se equivocó sino que delinquió y le tocó pagar. Mirando hacia atrás no es mucho lo que se puede hacer, pero hacia adelante sí. No sacamos nada siendo jueces ni apuntarlo con el dedo por sus faltas, ni mucho menos dándole la espalda. Los nuestros no se lo merecen. Y Lucho Pato es de los nuestros, siente a Católica como la sentimos nosotros día a día. Lucho Pato merece apoyo, merece ayuda y necesita que lo acompañemos en este camino de aprendizaje que le toca llevar ahora. A Lucho Núñez le toca reinsertarse en una sociedad acostumbrada a apuntar, a alabar en el éxito y a destrozar en el fracaso.
Un cruzado como nosotros no merece ser enjuiciado para siempre, lo que merece es una oportunidad y nuestro apoyo y cariño para recuperarse como persona
Lucho está aprendiendo de nuevo, está viviendo de nuevo para enseñarle a su gente a no caer en las mismas desgracias. Un cruzado como nosotros no merece ser enjuiciado para siempre, lo que merece es una oportunidad y nuestro apoyo y cariño para recuperarse como persona. ¡Y dale Lucho Pato!