«La pelota le pega en la mano, eso no es penal en ninguna parte del mundo. Pero sabemos que en esto de la FIFA, la señora FIFA, la mafia FIFA… qué le vamos a hacer. Los conocidos de siempre. ¡Me da una rabia! ¡Qué vergüenza! No sé si me da rabia o vergüenza. Eso no es penal ni aquí ni en la quebrada del ají».
Éstas palabras pertenecen al relato de Pedro Carcuro, en el polémico penal a favor de Italia contra Chile en Francia ‘98. Fue uno de los primeros en tildar al organismo mundial con ese epíteto. Todos sabemos lo que pasó después en el ente con sede en Suiza. Escándalo, corrupción y “suciedad” enlutaron al fútbol.
Se me vino a la cabeza el relato del histórico periodista de TVN al ver que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, está en Argentina y verá en vivo el esperado partido ante Perú en La Bombonera. Justo el compromiso con más morbo de los últimos procesos eliminatorios. El duelo más polémico con cambio de cancha incluido. El choque más mediático con Lionel Messi por un lado y todo un país futbolero por otro, con ganas de ver a su equipo de vuelta en un Mundial. El partido, que incluso, queremos ver todos en Sudamérica.
Creo que el señor presidente se equivocó en llegar con bombos y platillos a Buenos Aires, usando una camisa blanca y una corbata celeste, diciendo que “la FIFA necesita una AFA (Asociación de Fútbol Argentina) fuerte que trabaje en serio” y que “gracias a Argentina el fútbol es lo que es”. Lamentablemente el partido ya se manchó. Habrá suspicacias. En la previa al importante pleito se está hablando poco de fútbol y mucho de la presencia del suizo en el vecino país, misma nación que se jacta de realizar artimañas en el pasado para “ganar como sea”, para “conseguir el objetivo bajo cualquier cirscunstancia”.
El más complicado después de la importante visita diplomática es el brasileño Wilton Sampaio, árbitro del partido en la cancha de Boca Juniors. El réferi será el blanco perfecto para las críticas de todo un continente que lucha por entrar al Mundial de Rusia 2018. Si “favorece” a Argentina, se puede llegar a decir que sintió la “presión de un estadio que late” y que dirigió a favor del equipo grande, el que por merchandising no se puede quedar afuera de la Copa del Mundo. Por contrapartida, si hay algún cobro dudoso que “ayudara” al equipo de Ricardo Gareca, el discurso que entonarán los populares colegas transandinos es que el brasileño se complicó al saber que lo está mirando Infantino, y que para que no existan dudas, no fue “localista”.
Me tiene muy intranquilo la presencia de Infantino en Argentina, por los murmullos que se han oído en todos lados. Lo que tiene que hacer Chile es olvidarse por 90 minutos de lo que está pasando en la cancha de al lado, si bien, la Roja no depende de sí mismo, hoy “tiene que ganar cueste lo que cueste”, como dice el cántico de las barras, para así pelear hasta el final.
Eso sí, hay que ser sinceros, y me pondré el “parche antes de la herida”. Si no clasificamos al Mundial no será por culpa de Infantino, el Chiqui Tapia o Alejandro Domínguez, sino que por los errores que cometió un equipo que se enredó en partidos clave. Aunque es bien sabido que, “el que no llora no mama”.