Tenía apenas nueve años, recién había aprendido a atarme las zapatillas (sí, siempre he tenido problemas por mi nula habilidad motriz), pero ya sufría por culpa del fútbol. Era un niño cuyo único anhelo en la vida era ver a Chile clasificar al Mundial. Mi papá me decía “es imposible porque siempre hemos sido muy malos”. Mi abuelo tenía un discurso similar, aunque más pintoresco, porque aseguraba que “los equipos ya no son como el Magallanes de antes, esos viejos sí que eran buenos”. Mi mamá no me quería matar la ilusión y me soltó una frase que jamás olvidé: “ese Peladito con cara de pena nos va a llevar al Mundial”.
Recuerdo esas palabras llenas de ternura de mi madre como si fuera ayer, es más, puedo dar la fecha exacta en que las dijo. 15 de diciembre de 1996. ¿Está loco? Deben estar pensando, cómo se acuerda de la fecha. Fácil. Ese día el Chile de Nelson Acosta se enfrentaba a Argentina en Buenos Aires. Fue empate 1-1, todos decían que nos iban a golear, yo, como niño que era, creía que algo bueno podía pasar. Cuando Fernando Cornejo clavó ese tiro libre en el arco del Monumental lloré por primera vez por “culpa” del fútbol. Luego nos empataron… da lo mismo, sigo pensando que ese puntito nos llevó a Francia ’98.
De forma inconsciente, desde ese día empecé a cultivar una idolatría tremenda por Nelson Acosta. No me importaba el 3-5-2, el 4-4-2 o el fútbol defensivo u ofensivo. No me importaba si ponía o no a los jugadores de Colo Colo. No me importaba si jugaba con Sierra, Estay o Vega. Lo que me importaba era que mi sueño de niño estaba a punto de cumplirse, y se cumplió con el 3-0 a Bolivia. Con un uruguayo que cantaba el himno chileno en la previa a los partidos.
Pasó el tiempo y me convertí en periodista. Esta tribuna la voy a aprovechar para decir lo que siempre he pensado. Con Acosta empezó todo. Sus equipos no jugaban lindo. No daban espectáculo. No iban todos para adelante. No son recordados por su estilo de juego. Pero sus equipos siempre fueron ganadores, que es lo que realmente importa en el fútbol (o “fubol” como dice él) y en todos los deportes: ganar.
Con él la Roja salió del pantano tras el Maracanazo de Roberto Rojas. Con él ganó en Wembley. Con él clasificó de forma invicta (aunque no pudo ganar ningún partido) a octavos de final del Mundial de Francia. Con él ganó un bronce olímpico. Con él Cobreloa ganó dos títulos. Con él Everton volvió a gritar campeón tras 32 años. Él escribió gran parte de la historia del fútbol chileno y eso nadie lo puede negar.
Ahora Don Nelson no podrá dirigir más, el “alemán” le pasó la cuenta a sus 73 años. Ya lo hizo todo en el fútbol, hasta conducir un programa de televisión en UCV llamado “A toda Acosta”. Se puede quedar tranquilo en su casa en el campo. Gracias “Peladito con cara de pena” por darle tantas alegrías a este país futbolero.