Otro producto más de la empresa Azul Azul. Ésta vez llega a ustedes «El Museo de la U». Un espacio donde solamente podrán caber quienes junten casi 7 mil pesos. Un espacio que, una vez más, ve al hincha sólo como un cliente. Repetidas veces hemos visto este afán hipócrita de la concesionaria de basar sus éxitos en la fidelidad de la hinchada. Sin embargo, en la evaluación general, la coloca en segundo y hasta tercer plano.
Lo indignante de este museo, más allá del precio y el lucro que hay detrás, es que indudablemente la historia de la U se construye en gran medida con la participación de sus hinchas y seguidores que, asociados o no al club, han sido pieza clave en su devenir. Pero nada de eso vemos en el Museo. Al hincha no se le destaca, sino que se le invisibiliza.
Ya bastaba con la invisibilización en el incompleto anuario que editaron este año, pero ahora rematan los 90 años de la U con un espacio que habla poco y nada de cómo se forja la identidad del club. No habla de sus inicios universitarios, su firme ligazón con la Casa de Bello en la época del Ballet Azul, ni de cómo ésta se disocia del club de fútbol, para dar paso a una historia que sólo proviene del clamor popular, de manera autogestionada, y que hace resurgir a la U de la cenizas.
¿Ustedes pueden comprender que se ignore el resurgimiento de la U, desde los potreros, hasta el día de hoy, con la fidelidad y fanatismo de su gente? ¿A ustedes les cabe en la cabeza que se ignore cómo la hinchada llenó los estadios, partido tras partido, cuando la U estaba en Segunda División, luego de la mayor crisis institucional que empujó la dictadura militar? ¿Se les olvida que la hinchada de la U marcó el mayor récord de asistencia en el Estadio Nacional y que ha logrado varios similares?
Llevándolo a un plano más contemporáneo, ¿se les olvidó cómo se forjó el #LoDamosVuelta contra la Universidad Católica, con filas enormes de gente tratando de adquirir un ticket luego de perder contra ellos en la final del 2011? De las finales más épicas de la historia del balompié nacional, en que la hinchada aleonó a ese plantel alicaído… ¡Qué frágil la memoria, señores!
Otro aspecto deficiente del museo: invisibilizar la creación de Los de Abajo. Independiente de sus características de barra brava, y que ha sido y seguirá siendo un pilar dentro de la historia del resurgimiento del club de fútbol, omitirle es simplemente intolerable. Es parte importante de la hinchada, que luego de 28 años ha acompañado una de las etapas más importantes en su devenir deportivo. Ha sido, luego de la mentada Barra Oficial, parte fundamental de empujar la pelota dentro del arco. Hecho reconocido por jugadores, dirigentes y cuerpo técnico. Y no solamente la barra, sino que también la hinchada completa, que no necesariamente se agrupa para alentar al equipo de sus amores.
¿Por qué ahora la empresa se dedica a ignorar esa parte de la historia, si basa su éxito en los números que le dan los hinchas? Llevar la mayor cantidad de público a los estadios, la mayor compraventa de camisetas, de las mejores teleaudiencias en el CDF, la contratación de sponsors millonarios, etc.
Se agradece el merecido reconocimiento a la historia de la U, en lo deportivo, pero quien vaya al Museo de la U comprenderá sólo una parte de la historia y le faltará comprender cómo se forja en la identidad de este club, es decir: desde su gente, desde la galería y fuera de ella. Pues el amor por esta camiseta no cabe en sus museos, sino que la historia se construye en todas partes donde ruede la pelota y donde haya sangre azul. Si no reconoces eso, sigues siendo un producto de mercado, una postal a tu antojo y no un club social y deportivo.