Agenciauno Por Carlos Silva Rojas, editor de El Gráfico Chile Desde el 24 de junio de 2015 que muchos estamos esperando este partido. Fue la noche del «dedo de Jara» y del gol de Isla. Fue la jornada en que estalló una naciente rivalidad que se está transformando poco a poco en un nuevo clásico sudamericano. La Roja tiene otro estatus. Si bien antes estábamos a años luz de mirar un partido con la gloriosa Celeste como clásico, la Generación Dorada se encargó de hacer realidad dicha quimera. Con resultados (Chile le sacó el primer punto por Clasificatorias a Uruguay en Montevideo con Bielsa en la banca) y polémicas este partido ahora tiene otra calificación a nivel mundial. Son dos equipos que «se tienen ganas». Los de Tabárez quieren sacarse la espina de los octavos de final de la Copa América, pese a que le pintaron la cara al equipo de Sampaoli en el partido siguiente, la noche en que » Don» Sergio Jadue salió arrancando como una rata. Mientras que la Roja quiere devolverle la goleada del presente proceso. Aparte no sólo chilenos y uruguayos estarán muy pendientes a lo que pase en Ñuñoa. Gran parte del continente mirará de reojo el Nacional, sobre todo Argentina, equipo que una vez más será hincha de Uruguay y le pedirá que le tienda una mano, porque un triunfo de los pupilos de Pizzi los complica y mucho. A esos argumentos se le pueden agregar que Chile debe volver a su verticalidad y a su sistema habitual, el que no alcanzó a llegar a Barranquilla, lo que sembró dudas en gran parte de la hinchada y el periodismo, porque muchos no entienden que a veces no se puede jugar así. Más adelante sabremos si el punto sumado en Colombia será de oro o no. El Chile-Uruguay ya no es un partido más. Para nosotros es vital. Si se gana Rusia quedará cerquita. Si no se gana los cuestionamientos a Pizzi volverán. Echamos todos estos argumentos a una juguera y el resultado es un clásico. Ojalá que los jugadores respondan a ese apelativo en la cancha del Nacional… GRAF/CS