Por Javier Rios, El Gráfico Chile
El mundo del fútbol expone cada vez más a sus figuras en mediáticas transmisiones y programas que demuestran su condición de estrellas, sin embargo, pocas veces se demuestra la intimidad de jugadores que viven momentos dramáticos como Charles Aránguiz.
El Príncipe se rompió el tendón de aquiles en agosto del 2015 recién llegado a Bayer Leverkusen y pasó de la ilusión a la tristeza cuando recién iniciaba su aventura en Europa, momento que sólo su familia pudo percibir.
«Fue muy fuerte verlo así, después de momentos de felicidad. Fue un impacto cuando lo acompañé en su recuperación y mirarlo caminar con muletas es fuerte», cuenta recién llegada desde Leverkusen la mamá de Aránguiz, Mariana Sandoval.
En los largos seis meses que duró la recuperación del seleccionado chileno, su familia fue fundamental: «Vivímos muy de cerca el tratamiento. Estuve con él en Alemania el año pasado y después varias veces, en la que teníamos que disimular el sufrimiento y con la cara llena de risa para callar la pena que significaba», cuenta.
Pero en el presente del Príncipe volvió a salir el sol y su carrera vive un momento de gracia. Con sus dos goles en el mes de mayo, se transformó en una de las figuras de la Bundesliga y Mariana nota su cambio de cara a la Copa América Centenario: «Estamos felices, porque él está contento; al estar con él pude notar que se ve súper bien«.
La mamá de Aránguiz disfrutó de cerca los nuevos logros de su hijo, in situ en la BayArena de Leverkusen, donde se maravilló con las instalaciones y el ambiente: «No me gusta hablar de estos temas, pero la sensación es impagable, el fútbol allá se vive de forma increíble», finaliza esperanzada en que su hijo repita las notables actuaciones en Europa en la Selección chilena.
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