Pablo Yañez Mena
Secretario Centro Estudios Sociales Hinchas Azules
Las fechas del actual Torneo de Clausura continúan su tránsito y nuestro amado equipo no logra hilar 2 partidos seguidos a buen nivel, más bien dicho, ni siquiera 2 tiempos seguidos a buen nivel. Basta con observar el primer tiempo de la brega frente a Cobresal o el segundo frente a Unión Española. En ocasiones, Gonzalo Espinoza maneja los tiempos al medio, colocando precisos pases con ventaja a los delanteros y, además, Gustavo Canales anda intratable aguantando balones y haciéndolas de 10 falso. En otras, el mismo Espinoza pierde pelota tras pelota saliendo y Canales no es capaz de disputarle a los centrales del rival, lo que nos deja sin opciones a la ofensiva. Hay chispazos que nos dejan electrizados y otros instantes en que nos cuestionamos cómo puede verse tan mal un equipo que tiene buenos jugadores, aún si con pocas variantes.
En la galería, sin embargo, los fanáticos no hemos dejado de marcar presencia y alentar, registrando el promedio más alto de asistencia en la Primera División Nacional. Ya lo dijo Johnny Herrera en la entrevista donde le entregan el reconocimiento a jugador del partido en el duelo frente a Unión: «la actitud de los hinchas azules fue lo más destacable de la calurosa tarde en Independencia». Tal como lo ha sido durante todo el año. Johnny Herrera se preocupó de recalcarlo, indicando, además, que es debido a ello que esta institución se merece estar en lo más alto, mostrando juego y resultados a la altura.
Sin embargo, se continúan los vejámenes y dificultades tanto para que asistan los hinchas al estadio como para que, ya habiendo logrando ingresar, se sientan partícipes en la construcción del espacio que les rodea, que expresen su cultura. Harto se han difundido las imágenes sobre los accesos en el Santa Laura el sábado: inhumanos, impresentables, realmente una reliquia de tiempos que muchos en este país preferirían olvidar. Así se aleja la gente del estadio, sobre todo aquellos que no están dispuestos a pelear por puestos en la fila de acceso y que reciben como premio por su honestidad el entrar 30 minutos tarde al partido del equipo de sus amores.
Pareciera ser, entonces, que un debate fundamental que debe comenzar a darse es el de concretar recursos legales que avalen la protección de esta forma de expresión colectiva que representan las hinchadas del fútbol. Es la intención de esta columna, entonces, postular que tales agrupaciones sociales debieran avanzar hacia ser protegidas mediante la inclusión en el listado de actividades consideradas como Patrimonio Cultural Inmaterial.
Se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), desde la UNESCO, «los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana».
Absolutamente todas las partes constituyentes de esta definición calzan con las actividades llevadas a cabo en el seno de una hinchada de fútbol. La hinchada azul, en particular, está plagada de actos festivos y rituales inherentes a los espacios culturales que vienen trazando hace décadas. La transmisión de generación en generación y su recreación constante también es característica de Los de Abajo y toda la hinchada de la U. Durante el último viaje a El Salvador reflexioné sobre todo ello, sobre el sentimiento de identidad que ese campamento minero infunde en todos los que amamos la camiseta azul, plasmado a modo de historia oral en la hermosa canción: «cruzaré el desierto por ti, cruzaré los mares y te alentaré… y mis hijos y nietos te seguirán queriendo».
Johnny Herrera tiene razón entonces, este equipo merece estar en lo más alto porque refiere a lo más preciado que podríamos entregarle a las futuras generaciones: nuestro patrimonio cultural inmaterial como sociedad.
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