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Por Daniel Espíndola, filial Valdivia
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Hace algunos días atrás, se cumplieron 13 años de la quiebra de Colo Colo, el acontecimiento más negro y triste de la historia del Club. Por si fuera poco, en 2005 -tres años más tarde- Blanco y Negro S.A se instala en la administración y se adueña de Colo Colo, hecho que sin lugar a dudas fue promovido por los grandes intereses económicos en conjunto con la clase política, todo materializado institucionalmente bajo la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales (Ley SADP).
Sin embargo, a pesar de estos 10 años de concesionaria, 10 años de malos tratos y abusos contra los socios e hinchas, 10 años de marginación y nula incidencia en las decisiones, 10 años de pérdida de identidad, 10 años de derrota, actualmente se viven aires de esperanza para todos los hinchas colocolinos. Desde el 2013, con la masiva inscripción de socios y socias del Club en todo Chile, se inaugura un nuevo ciclo en la relación con B$N. El surgimiento de filiales y grupos de hinchas organizados en todos los territorios y comunas del país, sumado a la llegada de Colo-Colo de Todos a la Directiva Nacional de la Corporación, nos permite acumular fuerzas y generar una base social que potencia los cuestionamientos hacia la sociedad anónima. Si bien esto es un gran avance en nuestras pretensiones de reconstrucción y recuperación de Colo-Colo, aún estamos en pañales como movimiento, por lo que necesitamos realizar apuestas estratégicas que nos permitan abrir más puertas para alcanzar los objetivos mencionados. Para ello debemos tener claridades acerca del escenario actual que vive el Club, el fútbol y la sociedad chilena, lo cual nos permitirá leer correctamente el panorama, reconocer nuestros aliados en este proceso y decidir los pasos a seguir.
En primer lugar, es importante señalar que este momento histórico colocolino -en que los socios buscan ser protagonistas y se levantan contra la empresa B$N-, es reflejo del surgimiento de un movimiento social que desde el año 2011 (principalmente con los estudiantes) cuestiona el lucro y pide a gritos cambios estructurales en la sociedad chilena. En este sentido, el fútbol al igual que la educación, salud y pensiones, entre otros, se ha visto invadido por las privatizaciones, de las que el Estado se convierte en un promotor. Las empresas ven en estos espacios focos de negocio y ganancia para unos pocos. Así como los socios nos vemos marginados de Colo-Colo por la presencia de Blanco$Negro S.A., los estudiantes y sus familias se ven perjudicados por el aumento de colegios y universidades pagadas en desmedro de los establecimientos públicos, los jubilados se ven afectados con las pensiones indignas debido a los abusos de las AFP y la desprotección del Estado, la población en general se ve obligada a asistir a centros de salud privados para obtener una atención expedita ya que en el sector público la precariedad y las listas de espera son la tónica de las atenciones. Es decir, la ciudadanía queda a la deriva y sujeta a las acciones que el mercado y los empresarios impongan en todos los ámbitos de la sociedad, amparados por una institucionalidad y una clase política que avala y resguarda en las leyes sus abusos e intereses económicos. Como vemos, existe toda una maquinaria que se instala en contra de toda una sociedad chilena que queda desamparada ante la presencia del negocio y el lucro en todos los espacios.
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En segundo lugar, vemos que la mayoría de las organizaciones colocolinas del país desarrollan en sus territorios distintos trabajos sociales: escuelas de fútbol gratuitas, preuniversitarios populares, talleres, actividades conmemorativas, jornadas comunitarias, etc., lo que demuestra y confirma el verdadero sentido de ser colocolino. Hoy en día son muchos los que reivindican la visión del sentido y ejemplo que nos dejó David Arellano, levantando un equipo para y por el Pueblo. En Valdivia (filial de la que soy parte) ese legado se encuentra más vivo que nunca, y se alimenta con la articulación que hemos generado con distintas organizaciones sociales y sindicales de la ciudad. Esto nos ha permitido levantar y participar de distintos espacios comunitarios, arellanizando y fortaleciendo la unidad, cooperación y solidaridad entre las organizaciones, sus luchas y demandas. Sin embargo, solo potenciar el rol social de las filiales no será suficiente para recuperar Colo Colo. Debemos tener claro que nuestra disputa por la administración del Club es de largo aliento, pues acá no solo nos enfrentamos a Blanco$Negro, sino al fútbol-negocio que ve al deporte como un producto más para explotar mercantilmente con el resguardo de una institucionalidad hecha a su medida (Ley SADP).
La comunidad colocolina tiene al movimiento social (vecinos organizados, trabajadores, estudiantes, pueblo mapuche) como su único aliado en esta lucha. Porque mientras más se avance en la recuperación de derechos sociales para la población, más avanzaremos nosotros en la recuperación del Club Social y Deportivo Colo-Colo. Las cadenas que nos contienen son transversales a la sociedad, pues el bloque a derrotar es el mismo; los empresarios (Blanco$Negro), el mercado/lucro (fútbol-negocio) y una institucionalidad hecha a su medida (ley SAD). Solo así, junto al pueblo movilizado lograremos cumplir nuestros objetivos trazados y ejercer el legítimo derecho de administrar Colo-Colo.
De este análisis se desprenden tareas urgentes para los hinchas organizados en filiales. En primer término, debemos conformar una orgánica permanente y fuerte a nivel interfilial (debido a la geografía de Chile, fundamentalmente debemos agruparnos zonalmente), con espacios de discusión (Asambleas y Encuentros Colocolinos) donde surjan lineamientos que nos permitan tener unidad programática, con real articulación en el trabajo que día a día desarrollamos en nuestros territorios, y donde definamos los mecanismos que nos llevarán a recuperar Colo-Colo, como también complementar y potenciar las acciones que desde el Club Social y Deportivo se generen. Esto nos servirá para pavimentar el camino, aunar posturas, situar al hincha organizado como un actor y ligarnos con el movimiento social antineoliberal apuntando nuestra demanda hacia la estructura económica y política.
En definitiva, si nuestro objetivo principal es recuperar Colo-Colo, entonces debemos avanzar y dar este salto, pues nuestra disputa nos encasilla directamente como expresión del movimiento social, y en ese sentido, es nuestro deber avanzar en nuestras demandas particulares y relacionarlas transversalmente con el conjunto de la sociedad. No hay otro camino, solo la comunidad organizada logrará la victoria.
GRAF/PS