El Gráfico Chile

Columna de Colo Colo: Cienfuegos 41

"Cienfuegos 41 es un lugar especial. Muy especial", parte diciendo Pavel Piña.

Por Pavel Piña

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Columna del movimiento Colo Colo de Todos
FB de Colo Colo de Todos
@ColoColodeTodos

Cienfuegos 41 es un lugar especial. Muy especial.

Especial para Colo-Colo, porque durante 51 años fue la sede del Club, desde que fuese adquirida en 1953. Días ya lejanos en que además del sofisticado uso del vitral, la piedra y el hierro fundido, o las gárgolas que sirven de centinelas, los paseantes por la céntrica casona podían encontrarse, por ejemplo, con la misma Inés Arellano haciendo socios nuevos, con el mismo ahínco y dedicación con que cosía insignias y lavaba camisetas junto a doña Rosario Moraga.

Es especial Cienfuegos, y por eso se pudo mantener en nuestro poder sin importar el vaivén de las muchas crisis económicas que el club atravesó y sobrevivió. Especial porque ahí fue velado Oscar “Colo-Colo” González. Especial porque se casó el gran Carlos Caszely. Especial porque allí firmaron varias de las más grandes figuras que vistieron nuestra camiseta.

También para mí es muy especial.

Recuerdo que a mitad del año ’96 le pedí a mi vieja que me acompañara para hacerme socio. Accedí a la categoría preferencial, que existía en esa época e implicaba ir gratis a todos los partidos de local. Con el tiempo, la mujer que estuvo a cargo de mi inscripción como socio se transformó en amiga, y compartió conmigo viajes a todos lados acompañando al Cacique. Pero vuelvo a Cienfuegos, que es especial porque ahí me entregaron un talonario con mis entradas, y especial porque cada mes me acercaba a pagar mis cuotas y siempre me encontraba con alguien para quedarnos conversando por horas, algún otro colocolino que cada semana fuera a comprar entradas por esa pequeña ventanilla que daba a la calle. Por supuesto, también había macheteros, y cuando era menor tenía que armarme de valor para cruzar esas verdaderas aduanas.

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Cuando fue la quiebra el tema de la pérdida del teatro y la sede fue particularmente sensible, sobre todo nuestra sede. Recuerdo la pena tremenda de ver cómo se nos arrebataba de las manos una de las casonas más lindas de Santiago, que llegó a ser considerada patrimonio. Durante muchos años cuando caminaba por el centro, siempre lograba encontrar un minuto para pasar por fuera, aunque significara llegar tarde a mi destino, imaginando que alguna vez volvería a ser un lugar de encuentro para el pueblo colocolino.

Sin embargo, lo que hace unos años parecía una locura, nos hemos esforzado por convertir en una tradición: tomarnos el 19 de abril como día feriado. Durante él, recorremos la ciudad en un Tour Colocolino que logró que pudiéramos regresar a nuestra antigua sede, entrar y poder compartir anécdotas sobre lo que vivimos dentro y fuera de sus muros.

Mañana viernes tendremos una nueva oportunidad de regresar, en el marco del lanzamiento del libro Colocolino, de Gol Triste Ediciones. Podremos juntarnos y conversar dentro de la preciosa casona que durante años fue nuestro lugar de reunión. Lo espero con ansias.

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