El Gráfico Chile

Entrevista con Roberto Hernández: "No sé si a Borghi le conviene ir a Colo Colo"

El ex jefe del Area Técnica de los menores de la Anfp habla tras cinco meses de ostracismo, opinando sobre el Bichi y anécdotas del "Mago" Valdivia.

 

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Roberto Hernández ha sonado como gerente técnico de Colo Colo si es que llega Borghi / fotos: sylvio garcía

Por Eduardo Bruna

“Tal como ocurrió antes con la Selección, el mejor candidato para asumir la banca de Colo Colo es Claudio Borghi. Lo que no sé es si en este momento Colo Colo sea lo mejor para Claudio”. Es Roberto Hernández, ex jefe del Area Técnica de las divisiones menores de la Anfp y renunciado inmediatamente tras la defenestración del Bichi de la Roja, decisión en la que fue acompañado por Fernando Carvallo, director técnico de la Sub 20, y Miguel Ramírez, entrenador de la Sub 17. Hasta ahora, el ex técnico de la U, Colo Colo y O’Higgins, entre otros, había optado por el silencio, pero a cinco meses de aquella decisión accedió a conversar con El Gráfico, señalando que “cuando uno ha formado parte de un proyecto que se aborta, lo mejor es dejar que el tiempo transcurra y que los acontecimientos decanten”.

Dice que, aunque estaba entusiasmado con el proyecto en desarrollo para el fortalecimiento de las divisiones menores de nuestro fútbol, luego que se produjo el episodio de Saint Gallen jamás tuvo un segundo de duda acerca de cuál iba a ser su decisión. Dice: “Claudio al regreso se reunió con nosotros y es verdad que nos pidió que continuáramos, pero yo había decidido mi renuncia, se lo dije y él, por los años que nos conocemos, entendió que no iba a echar pie atrás, que no iba a sacar nada si intentaba convencerme. Desde entonces y hasta ahora sólo nos hemos topado un par de veces en reunión de amigos, pero donde el tema del fútbol ha estado al margen y con mayor razón su paso por la Selección”.

Hernández entiende que, ahora que se habla con insistencia de la candidatura de Borghi a la banca alba, su nombre aparezca relacionado. Después de todo, son casi 18 años de mutuo conocimiento que se fue transformando en férrea amistad. Pero señala: “Ni por un segundo me he puesto a pensar en la posibilidad de llegar a Colo Colo a través de Claudio. Entiendo que el periodismo especule cuando se producen estas cosas, pero sinceramente al respecto yo no tengo nada más que decir”.

Más allá de tus virtudes y defectos, nadie te podrá acusar de desleal.
Es que la lealtad, para mí, es un principio intransable. Si debe ser un valor entre simples conocidos, entre tipos que se consideran mutuamente amigos debe anteponerse a cualquier otra consideración, ya sea profesional o económica.
Lo primero que hay que decir es que, yéndose Claudio, lo más probable es que todo lo que él diseñó para fortalecer el fútbol chileno fuera desechado. Pero aunque así no hubiera sido mi actitud habría sido la misma. Lo que pasa es que, en cuanto a lealtad, Olmos no hace la misma valoración que yo ni tiene una opinión parecida a la mía. En eso, claramente caminamos por veredas opuestas.

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¿Desde cuándo eres amigo de Borghi?
En 1995 me llaman a la dirección técnica de O’Higgins y me preguntan si me interesaría contar con Claudio Borghi. Él había expresado su intención de retirarse, pero cuando supo que yo quería tenerlo en mi equipo decidió prolongar su carrera un año más. Congeniamos muy bien y lo que fue un simple trato entre profesionales se fue transformando, con el tiempo, en una gran amistad.

¿Es verdad que lo ayudaste a descubrir su vocación como director técnico?
Se puede decir que sí. En 2001 me llaman para dirigir a Colo Colo y por esos días Claudio aún estaba en Passball, en sociedad con Iván Zamorano y Hugo Rubio. Conociéndolo,  le dije: Claudio, eso de manejar jugadores no es para ti. ¿No te interesaría hacerte cargo de una de las series menores del club? Se fue a trabajar conmigo al Monumental y te digo que en una semana me di cuenta que llamarlo a trabajar conmigo había sido todo un acierto. Él, a su vez, volvió a reencantarse con el fútbol dirigiendo a los chicos. Es más: su entrega fue tanta que le saqué más partido aún. Al poco tiempo ya era mi ayudante de campo en la banca alba.

Ese año 2001 había comenzado bien para ti, pero algo se quebró al interior del club. Rozental nos contó que los problemas económicos se fueron haciendo tan agudos que tú hasta ponías plata de tu bolsillo para poder hacer funcionar el tractor que cortaba el césped de las canchas.
Es verdad, comenzamos bastante bien. Teníamos un equipo de tipos maduros, como Sierra, Espina, Rozental y Villaseca, entre otros, más algunos muchachos con muchas proyecciones, como Claudio Bravo, Miguel Aceval y Miguel Riffo. Hicimos una muy buena primera rueda, pero en el segundo semestre del año comenzaron los problemas, cada vez más graves, cada vez más acuciantes. Eso de comprar combustible para poder contar con el pasto del largo adecuado nunca se lo conté a nadie, así que si Sebastián lo dijo es porque solo se dio cuenta. Pero no fue sólo eso: más de una vez tuve que mandar a comprar con dinero mío jabón o papel higiénico, por ejemplo. Hubo ocasiones en que no tuvimos luz, gas e, incluso, agua. Más de una vez terminamos de entrenar y cada uno partía a ducharse a su casa.

¿Y cómo aguantaste tanto sin protestar?
Por eso de la lealtad. Para mí, la ropa sucia tenía que lavarse en casa. El plantel y yo éramos parte de Colo Colo, y aunque la dirigencia estuvo muy lejos de comportarse a la altura, nos debíamos al hincha.

¿Por qué dices que la dirigencia no se comportó a la altura?
Porque uno puede entender que en un club, en un momento determinado, pueda haber problemas de caja. Pero eso se puede soslayar cuando uno ve que, de parte de los dirigentes, hay preocupación y respeto. Preocupación no sé si hubo, pero de lo que estoy seguro es que respeto no hubo nada. Recuerdo que una vez acordamos una reunión para tratar el problema de llevar varios meses impagos y llegamos todos, plantel y cuerpo técnico, menos los dirigentes. Para todos, y por cierto para mí, tal actitud fue desilusionante e indignante. Vimos que no había ninguna voluntad de arreglar las cosas, que no existía ni la más mínima deferencia hacia nosotros.

En suma, un equipo que era candidato a campeón termina cayendo a lugares secundarios.
Fue el año de Wanderers, con Jorge Garcés en la banca. Fue doloroso, porque teníamos equipo y juego como para haber estado en la pelea por el título. No digo que íbamos a ser campeones, porque eso nadie puede asegurarlo. Pero nos tocó el año previo a la quiebra, cuando la situación ya se hacía insostenible. A los problemas agudos de caja se habían ido sumando, además, casos de evidente corrupción al interior de Colo Colo.

¿A qué te refieres?
A algunas situaciones claramente anómalas. A que se robaban todo. Te doy un solo ejemplo: clubes grandes, como Colo Colo o la U, obtienen productos a cambio de canjes publicitarios. Una de estas empresas relacionadas era una gaseosa conocida a nivel mundial, que nos entregaba mes a mes una gran partida para el consumo del  plantel y el cuerpo técnico. Pero yo comencé a notar que esa gran cantidad de que disponíamos alcanzaba con suerte para quince o veinte días. Un día conversé con el proveedor y le hice ver mi extrañeza, sobre todo considerando que yo no veía a los jugadores enviciados con el consumo de bebidas, precisamente. Me respondió: “Señor Hernández: a Colo Colo le entrego un tercio más de lo que le entregué a la U cuando usted la dirigía. Y dígame, ¿en ese tiempo le alcanzaba con esa partida?”. Le respondí: no sólo nos alcanzaba, mes a mes siempre nos sobraba. La respuesta obvia es que alguien se estaba llevando botellas a manos llenas para su casa.

Por eso, aunque tu contrato era por dos años, te vas a fines de 2001…
Es que la situación era insoportable. Aconsejado por un abogado, yo renuncié, pero no a Colo Colo, sino a la Inspección del Trabajo. En suma, sólo vine a cobrar esos tres o cuatro meses de sueldo que se me debían años después, luego que entraron a operar los síndicos. Igual antes de irme tuve mi última agarrada con los dirigentes.

¿Cómo fue?
Termina el campeonato y me piden que haga la habitual lista de los que se quedaban y los que se iban. Yo les respondí que no habría lista. Cuando me preguntan el porqué, les respondí que era simple: yo no iba a prestarme para echar jugadores a los cuales el club ni siquiera les pagaba el sueldo.

¿Qué crees que esté pensando Claudio ahora que se da su nombre para Colo Colo?
No lo sé, porque como te dije sólo nos hemos visto en dos oportunidades en cinco meses. Sí te puedo decir algo que ya te enuncié: que él es la mejor alternativa, pero no sé si sea Colo Colo lo más conveniente en este momento para Claudio.

Claramente, no va a tener los jugadores que tuvo para alcanzar el tetra.
Es que ese es un equipo irrepetible. ¿A qué técnico no le gustaría contar con jugadores como el Chupete Suazo, Vidal,  el Mati, Valdivia o Alexis Sánchez? Pero yo no me refiero a eso, precisamente. ¿Quién iba a pensar que Claudio iba a ser campeón con Argentinos Juniors, con un plantel que no resistía comparación con los de Boca o River, por ejemplo.

¿A qué te referías, entonces?
A que yo veo una ausencia de proyecto deportivo en Colo Colo. El que hubo hasta antes de la quiebra y del cual yo también tomé parte. Claudio llega a Colo Colo en 2006 con la enorme ventaja de haber conocido desde niños a la mayoría de los jugadores que después debió dirigir. Ahora, sinceramente, de las cadetes albas no se ve a nadie con posibilidades de llegar a Primera para quedarse. Urgidos por la necesidad de obtener buenos resultados, los dirigentes de Blanco y Negro han sido incapaces de sostener a los sucesivos técnicos que han llegado, y esa misma urgencia a veces los hace contratar jugadores que después ni siquiera son utilizados. Eso revela, además de desconocimiento, un asesoramiento horrible en los últimos tiempos. Me parece que en este momento Colo Colo no sabe bien a dónde va, a qué objetivo apunta.

Hay una confusión tremenda, y contra la cual no va a ser fácil luchar. De llegar a Colo Colo finalmente, Claudio va tener que echar mano a toda su capacidad para primero intentar poner orden. Pero si los resultados no se le dan de inmediato, ¿se va a sumar a la larga lista de técnicos que se han ido bajo el rótulo de fracasados?”.

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