Para que nuestro cuerpo pueda obtener energía y nutrientes de los alimentos que comemos, deben existir los procesos de digestión y la flora intestinal.
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En la digestión se rompen moléculas más grandes que están en los alimentos, en otras más pequeñas, que nuestro cuerpo puede aprovechar y absorber.
Durante esos procesos participan enzimas, como la pepsina, que junto con el ácido estomacal forma los jugos gástricos.
La mayoría de las bacterias que forman la flora intestinal son benéficas y ayudan por ejemplo combatiendo a otras bacterias dañinas que llegan al intestino.
Además ellas viven muy a gusto en nuestro intestino porque aprovechan algunos de los nutrientes que ahí llegan, como la fibra, que nosotros no podemos digerir, pero las bacterias de la flora intestinal sí.
Así que tenemos con nuestra flora intestinal una relación de mutualismo: dos tipos de organismos que conviven y obtienen beneficios biológicos.
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Como en toda relación, hay que trabajar para que funcione, en este caso hay ciertos alimentos que podemos comer para ayudar a que la flora intestinal siga haciendo su trabajo como es debido.
Manzanas
Las manzanas, al igual que otras frutas, son una buena fuente de carbohidratos, pero no debemos pensar en ellos únicamente como los azúcares que nos dan energía, sino también como fibra.
La fibra son los carbohidratos para los que nuestro cuerpo no produce enzimas digestivas, sin embargo, pueden funcionar como sustrato para la flora intestinal.
Esto quiere decir que la flora intestinal sí puede alimentarse de esa fibra: existen evidencias de que comer manzanas contribuye favorablemente a mantener cantidades adecuadas de bacterias buenas en el intestino.
Granos enteros
Todos los alimentos que contengan fibra serán de ayuda para la flora intestinal, por esta razón cuando comas pan u otras harinas, prefiere las integrales a las refinadas.
Los granos enteros además de tener azúcares, de los que no dan energía, como el almidón, también contienen otros polisacáridos que no digerimos como el beta-glucano.
Se sabe que comer granos enteros, que contiene ese tipo de polisacáridos, promueve el crecimiento de bifidobacterias: un tipo de microorganismos benéficos en el intestino.
Almendras
Las almendras y otros frutos secos, además de contener grasas, de las que denominamos “buenas”, también promueven la salud de nuestro sistema digestivo.
Eso porque también contribuyen a que microorganismos como las bifidobacterias, proliferen en el intestino y trabajen a favor de la digestión.
Estas bifidobacterias son muy importantes: sabemos que tienen una influencia directa en nuestra salud intestinal, pues contribuyen a disminuir la inflamación.
Alimentos fermentados
Una de las razones por las que se ve afectado el balance de la flora intestinal, es porque disminuye la cantidad de bacterias que viven ahí o hay una menor diversidad.
Sabemos que en el intestino hay unas dos mil especies diferentes de microorganismos benéficos, y como en todo ecosistema, si algunas especies desaparecen, el todo no funciona bien.
Los alimentos fermentando como el yogur, contienen bacterias: los lactobacilos, de los que se tienen evidencias de que eso ayuda a restaurar el equilibrio de la flora intestinal.
Uvas
Los polifenoles son otro tipo de compuestos que pueden llegar intactos al intestino, donde son digeridos por las bacterias que ahí habitan.
Estos los encontramos en las uvas, pero también en otros alimentos como el brócoli, el té e incluso en el chocolate.
Así que, no te detengas, tu postre de hoy también puede ayudar a que tengas una mejor salud digestiva.