Desde hace algunas décadas se ha estudiado la actividad biológica de los compuestos presentes en las hojas de Camellia Sinensis, la planta de origen chino, con la que se hace la infusión que llamamos té.
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Cuando se estudian los efectos terapéuticos de una planta, a veces es difícil asignar de manera inequívoca un efecto a una sola de las sustancias que contiene: los beneficios pueden deberse a un solo compuesto, pero también pueden ser consecuencia de la acción combinada de varios a la vez.
Sin embargo, desde hace tiempo se ha identificado que el té tiene sustancias que por sí mismas podrían tener una acción benéfica en la salud, principalmente polifenoles: un tipo de compuestos con actividad antioxidante.
Proteges a tu hígado
El hígado es quizá uno de los órganos que más hace por nuestro cuerpo y que no siempre recibe el reconocimiento que se merece.
Una de sus principales actividades es producir sustancias indispensables para el cuerpo, como la bilis, sin la cual la digestión de las grasas no sería posible. También neutraliza sustancias tóxicas: algunas que nuestras propias células producen y otras que ingerimos, como el alcohol o medicamentos.
Dependiendo del estilo de vida que llevemos, puede resultar que nuestro hígado tenga más trabajo del debido, llegando a una condición llamada hepatotoxicidad, que puede desembocar en enfermedades más graves como la cirrosis o el cáncer.
Pero, en estudios con animales de laboratorio, se ha encontrado que el té protege al hígado en algunos casos de hepatotoxicidad inducida por alcohol o medicamentos y se sabe que la sustancia responsable de ese efecto benéfico es el galato de epigalocatequina, el polifenol más abundante en el té verde.
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Disminuyes las posibilidades de tener diabetes
Ese mismo polifenol, también ha mostrado que influye positivamente en el organismo, regulando los niveles de glucosa en la sangre y evitando la resistencia a la insulina, en animales de experimentación que padecen diabetes.
Esto puede deberse a que el galato de epigalocatequina, presente en el té, evita que se metabolice la sacarosa -el azúcar de mesa-: uno de los carbohidratos que más consumimos los seres humanos.
Bajas tu riesgo de hipertensión
Ese mismo compuesto, junto con otro polifenol muy parecido, la epicatequina, son los responsables de que el té ayude a que tu presión arterial se mantenga en valores adecuados.
Un estudio reciente, de un grupo de investigación de la Universidad de California Irvine, que también usó modelos animales como referencia, encontró que estos dos polifenoles activan la proteína KCNQ5.
Esa proteína de nombre tan críptico, está presente en los tejidos de los vasos sanguíneos del cuerpo y cuando se activa nuestras venas y arterias se relajan, lo que favorece una menor presión arterial.
Estos polifenoles están presentes en mayor cantidad en el té verde, cuyas hojas tienen un mejor grado de fermentación que otros, pero también se encuentran en los demás: negro, oolong, pu-ehr. Así que aunque no seas un ratón de laboratorio, no estaría nada mal si cambias una de tus tazas diarias de café, por una de té.