Leche de burra. Ya al escuchar o leer las palabras da algo de risa. A los ochenteros se le vienen a la mente muchas bromas. Y no es para menos, porque desde los 80′ esta leche ha sido menospreciada y denostada. Olvidándose de sus múltiples beneficios, los que eran muy conocidos en los 50′, 60′ y fines de los 70′.
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Quienes hoy la conocen y consumen, son personas con alergias alimentarias severas, especialmente con la leche de vaca. Es el caso de Nicolás, hijo de Carmen Luz Cornelius, la entrevistada de esta oportunidad del Zoom Tiempo de Emprendedores, de Esfuerzo Pyme y Publimetro.
Gracias a la leche de burra
Para Nicolás tomarse un vaso de leche era el peor momento del día. Cuando tenía tres meses, su alergia alimentaria se agudizó. A los vómitos y malestares generales se sumaron manchas en la piel, que levantaron todas las alarmas en su familia.
Utilizaron muchos tratamientos. Buscaron soluciones, hasta que por consejo de la abuela de Nicolás llegaron a la leche de burra. La probaron y fue el remedio. Los problemas de salud del niño comenzaron a desaparecer.
“Estábamos felices por los resultados, pero también nos enfrentamos a un gran problema: cómo conseguir una provisión continua y segura de leche de burra”, cuenta en la conversación con el periodista, Cristián Méndez, Carmen Luz Cornelius.
Ver, buscar y encontrar
Lo que parecía ser un problema sin solución, se convirtió el 2017 en la punta de lanza de un emprendimiento de alto potencial que se comenzaba a gestar en Ancud, Chiloé.
Conoce cómo se gestó Equus Milk, empresa dedicada a la producción y venta de leche de burra. Y cómo un problema lo transformaron en una oportunidad que ahora cuenta con 300 burras, las que recorre libremente casi 400 hectáreas de uso exclusivo para su crianza en Chiloé.
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