A las 7:40 horas de la mañana, Sebastián Keitel (48), el hombre que alguna vez fue “el blanco más rápido del mundo”, llegó a la casa de Martín Cárcamo -en la franja deportiva- para comenzar el día con una rutina de ejercicios junto en “De tú a tú”.
En el programa de Canal 13, el diputado y exatleta, se refirió a su depresión.
Las lesiones, el retiro y la depresión
Tras los notables años 98 y 99, Sebastián cuenta que en el año 2000 se cortó el tendón de Aquiles tras una carrera en Tenerife, España, “perdí todos mis contratos publicitarios, perdí toda la beca del Estado, todo Martín, pasé de todo a nada en dos segundos”. Tras la operación a la que se sometió en Finlandia llegó a Chile para encontrarse que las marcas dejaron de auspiciarlo, “ ya no les servía, era un producto desechable para ellos”.
Se demoró dos años y medio para demostrarles a todos que sí se podía competir y clasificó a los Juegos Olímpicos, pero se cortó el tendón de Aquiles de la otra pierna, “después vuelvo a preparar los Juegos Olímpicos de Beijing, yo ya teniendo 33-34 años, ya se me habían cortado los dos tendones y dije, ‘ya estoy parejito’ y se me volvió a cortar por tercera vez. Y a los 34 años colgué las zapatillas y chao”.
Tras llegar a Chile para operarse y consecuentemente retirarse, Sebastián dice que empezó a sentir, de un día para otro, que “mi señora ya no me quería, que los auspiciadores ya no me querían, que no iba a volver a nunca más a correr, que la gente ya no me admiraba, que ya no era el que quería ser para mi familia (…) Empecé a sentirme que era nada, que no era nadie. Y así han sido los últimos 19 años donde he tenido que luchar contra una depresión grande que se me gatilla en momentos que me lleva muy arriba y a veces me lleva muy abajo. Y llevo 19 años manteniéndome con medicamentos no más, y entendiendo lo que significa la salud mental en Chile”.
Dice que por culpa de su depresión se fue a vivir solo a Estados Unidos por cuatro meses, “sentía que era un cacho estando en mi casa, que no servía para mis hijos, que no servía para mi exseñora, que no servía para mi mamá, nada”. Cuenta que partió cuando su hija Elisa tenía 6 meses y su hijo Sebastián 3 años. ¿Qué hizo en Estados Unidos?, le pregunta Martín. Sebastián responde: “nada, no hacía nada, estaba todo el día dentro de una pieza llorando”.
Una nueva oportunidad de vida para Keitel
Dice que cuando volvió de Estados Unidos, se fue a vivir con su madre y que al mes conoció a su actual señora, Bernardita, en una discoteque después de que un amigo lo obligara a salir en la noche para pasarlo bien, “ahí estaba mi papá al lado mío diciendo, ‘tómense de la mano y únanse’. No nos separamos nunca más y lo más rico además para mí, es que la Bernardita no tenía idea quién era yo”.
Sebastián dice que su actual pareja le abrió los ojos, que lleva 18 años con ella y que está completamente enamorado y agradecido. “Me he reconciliado mucho conmigo, aprendí a quererme, no me quería. Aprendí a quererme, aprendí a respetarme, a aceptarme”.