Soledad Camiroaga es fotógrafa y una gran enamorada de los caballos. Estas dos pasiones unidas la han inspirado y, más que nunca, la llevan a recordar a su hermano Felipe. Hoy, a más de ocho años del accidente de Juan Fernández, es primera vez que se refiere a cómo la muerte del animador , sumado al reciente estallido social, la han llevado a un profundo proceso de introspección, el que también ha comenzado a compartir en sus redes sociales. Allí reflexiona sobre el legado de su hermano y rompe el hermetismo que había caracterizado a los Camiroaga Fernández.
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Ella, además, vive en la casa del animador en Colina, la misma que él convirtió en su refugio. Ahí puede cuidar de los animales que fueron parte fundamental de la vida del recordado rostro de televisión; los caballos, perros y halcones eran sus regalones. Y, en la actualidad, están a cargo de Soledad, que día a día trabaja para mantener ese santuario.
En sus fotos demuestra su pasión por la naturaleza ¿De dónde viene?
– Desde pequeña mi padre nos enseñó el campo, su belleza, el respeto por la tierra y el amor por los animales. La simplicidad de lo que significa cuidar y admirar el campo nos cautivo desde niños.
¿Qué valora de poder vivir en Colina?
– Colina me llena el corazón, ya que es un lugar muy especial para mí y mi familia. Vivir en medio de la naturaleza, cuidarla, compartir con la gente que trabaja y ama esta zona al igual que yo, es un verdadero privilegio. Lo tomo como un regalo. Me siento feliz y orgullosa de trabajar y mantener con mucho esfuerzo este santuario, donde me siento muy segura y tranquila. Pero no lo hago sola, trabajan conmigo personas que son mis manos y mis ojos, y me ayudan a cuidar a cada uno de los animales. Hemos formado una linda familia junto a ellos y los animales que nos llegaron de herencia de un hermano maravilloso.
También ha subido fotos de los animales favoritos de su hermano Felipe, ¿cómo ha sido cuidar de ellos, sabiendo el valor que tenían para él?
– Estudié fotografía junto a mi hermano Francisco en Chile. Luego fui mánager de un Centro Ecuestre muy importante en Irlanda. Ahí era responsable de 80 caballos, de sus dietas y ejercicios; además, dábamos clases a adultos y niños. Aprendí muchísimo sobre caballos, una pasión que compartíamos profundamente con mi hermano Felipe.Después de perder a nuestra madre en circunstancias muy tristes el 2006, me di cuenta de que necesitaba compartir con los míos, y desarrollamos, en conjunto con Felipe, este proyecto. El me dio la oportunidad de regresar a mi país a cuidar de los animales, que para mí son mi familia.
Decidió comenzar a compartir esos recuerdos después de 8 años del accidente ¿Por qué?
– Compartir algunas fotografías y parte de mi identidad es una forma de agradecer tantos años de cariño que la gente me ha dado, de manera tan incondicional. Me ha costado mucho superar el duelo de mi hermano Felipe, ya que estaba recién sobrellevando la partida repentina de mi madre por una triste enfermedad, cuando sucedió el terrible accidente donde él muere, además las circunstancias en que sucedió y la forma en cómo se desarrolló la investigación.
¿Cuál fue su sensación al saber del accidente del avión Fach en diciembre pasado?
“Fue muy triste, ya que reviví el accidente de Felipe. Me dio mucha tristeza por lo que estaban pasando las familias. Yo sé que es un infierno. Uno de los dolores más grandes y desgarradores que he sentido. Por eso publiqué en Twitter mi comentario. Pensé que con el accidente del 2011, que dejó 21 familias devastadas, habíamos aprendido algo y mejorado nuestros protocolos de aviación”.
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Usted también tiene un discurso muy firme con respecto a la equidad de género y la lucha feminista, ¿qué le parece todos los movimientos que se han generado en torno a esto en el último tiempo?
– Las mujeres ya no tenemos miedo y queremos levantarnos para cambiar el mundo. Las marchas denuncian la desigualdad y la violencia que aún padecemos. Libertad de género, individual y total, es lo que me mueve. Pienso que si hubiésemos tenido la oportunidad en el pasado de participar con más fuerza aún en los procesos, con nuestra mirada, este mundo sería mejor. Por eso me llena de energía ver cómo las mujeres estamos siendo capaces de mover el mundo, despertando a otras, apoyándonos, para construir un futuro más equitativo.
¿Cuál es el mensaje que quiere dar?
– Tengo 51 años, estoy pasando un momento muy importante en mi vida. El estallido social que comenzó en octubre pasado, nos movió el piso a todos. Me hizo reflexionar sobre cómo las personas en Chile necesitamos con urgencia ser escuchadas. Escucharnos, respetarnos. La necesidad de instancias transparentes, consecuentes y coherentes. En ese sentido, nuestra historia carece del sentido femenino, por eso quise desarrollar un Instagram, para empezar a entregar desde la humildad, amor y esperanza a muchísima gente.