En la antigua sociedad feudal japonesa, entre los siglos XII y XIX, los samuráis pertenecían a una clase inferior de la nobleza. Eran militares que estaban al servicio de un shogun o señor feudal. Tetsuro Shimaguchi es un samurái, pero en el siglo XXI. El japonés, de 49 años, es especialmente conocido por ser la mente detrás de las escenas de peleas en “Kill Bill”, la icónica película de Quentin Tarantino.
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Lo entrevistamos durante su visita a Chile tras ser invitado a la Animé Expo Santiago. En los días de la convención, el samurái realizó algunas clases de batalla basadas en su arte con espada. Las actividades fueron un gran éxito. En este paso por Chile fueron varios jóvenes los que pudieron ser sus discípulos por un día.
Al reunirnos con Tetsuro, de muy buen ánimo, nos comenta que fue curioso llegar en verano a nuestro país. En Japón están en pleno invierno. Con una sonrisa en el rostro y una ligereza que contrasta con la imagen que se suele tener de un samurái, accedió a responder nuestras preguntas.
¿Cómo es ser un samurái en el siglo XXI?
Me convertí en artista samurái porque, en mi opinión, ser samurái es un arte. Y es complejo, porque es un arte que necesita perfección. Por lo tanto requiere de un aprendizaje constante. Yo estoy siempre perfeccionando las técnicas. Hay muchas cosas que en la actualidad faltan. El arte samurái puede llenar el vacío del mundo actual.
¿A qué edad supiste que querías ser un samurái?
Desde niño. A los 4 ó 5 años comencé con la idea de querer serlo. Pero en ese momento no pude cumplir mi sueño por distintos motivos.
Después de cumplir 20 años, ya siendo un adulto, empecé a hacer entrenamiento de espadas. Y a los 25 pude participar en actos de kabuki (ver recuadro). Con eso completé mi formación. Fusioné la parte marcial con la parte artística.
¿Cómo llegaste al equipo detrás de las películas de “Kill Bill”?
Hace 22 años yo era un desconocido. Llevé mi arte a las calles de Los Ángeles, como artista itinerante. En ese momento yo ya conocía a Quentin Tarantino. Estaba en mi equipo, conocía mi talento.
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Cinco años después de conocerlo, él comenzó el proyecto de lo que sería “Kill Bill”. Tarantino se acordó de mi trabajo y me contactó directamente para sumarme a este desafío. Sin pasar por la agencia, ni ninguno de esos procesos, entré como entrenador y también como coordinador de las coreografías.
¿Cuáles son los principales errores en las películas al hablar de los samuráis?
Es curioso, pero incluso en el mismísimo Japón no se está representando bien lo que significa ser un samurái. Están perdiendo lo que era el espíritu.
Considerando esa conexión, ese trabajo espiritual. ¿Cómo es un día cotidiano siendo samurái?
Un día nunca es igual a otro. Más ahora que estoy viajando por todo el mundo (señala entre risas). Así se hace difícil tener una rutina, como esperaría todo el mundo. Lo importante para mí es la comunicación, pero sobre todo la comunicación espiritual.
Hay que conectar, estar atento a la otra persona. A veces, con las rutinas que marcan al mundo de hoy, nos olvidamos de ver el corazón de los demás. El equilibrio espiritual es lo más importante de mi rutina. Uno nunca sabe cuando llegará el momento de fallecer y por eso, me enfoco en vivir día a día. Ser samurái es algo que está marcado por lo espiritual.
¿Qué le dirías a un chileno que quiera convertirse en samurái?
Bueno, yo estoy buscando muchos discípulos en todo el mundo. Creo que el espíritu de un samurái puede despertar en cualquier persona.
Si de verdad quieren convertirse en samurái, los animo a que busquen en su interior y si encuentran ese llamado, entrenen y sigan ese camino.
¿Hasta ahora qué es lo que más te ha gustado de Santiago?
Es primera vez que visito este país. Y es mi segundo día en Chile. Creo que este país es totalmete distinto a Japón. Pero lo que más me ha gustado es la calidaz de su gente. Siento que su energía es distinta. Me gusta esa energía, esa conexión que he sentido con los chilenos en esta experiencia.
¿Qué es el kabuki?
El kabuki es una forma de teatro japonés tradicional. Se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados en los actores. Este arte data del 1600 y nació cerca de las riberas del río Kioto. El maestro Tetsuro Shimaguchi fusionó las técnicas de artes marciales derivadas de la herencia samurái con las artes escénicas aprendidas a través del kabuki.
Cabe destacar que la palabra kabuki está compuesta por kanjis (alfabeto japonés) que leídos de izquierda a derecha significan “cantar” (ka), “bailar” (bu) y “habilidad” ( ki). Por este motivo el kabuki se traduce literalmente como “el arte de cantar y bailar”. He ahí la clave del porqué Tetsuro pudo fusionar ambos estilos para lograr un trabajo coreográfico expecional para las batallas.