El músico y folclorista Humberto Baeza, más conocido como Tito Fernández «El Temucano», se encuentra en el ojo del huracán luego que una mujer lo denunciara por acoso sexual y violación, en una querella presentada en el mes de agosto ante el 7º Juzgado de Garantía de Santiago, patrocinada por el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg).
La mujer, cuyo nombre se mantiene en reserva, asegura en la presentación que los hechos ocurrieron después del 2009 cuando ingresó al Centro Integral de Estudios Metafísicos (CIEM), que dirige Fernández.
La denunciante, según la información que entrega La Tercera, llegó al lugar cuando tenía 33 años y que en su arribo al centro donde los integrantes se reúnen semanalmente a compartir experiencias esotéricas, fue abusada en cuatro ocasiones por «El Temucano».
La primera vez se remonta a marzo del 2010, cuando se reunió en una sala del Sindicato de Folcloristas, con la excusa de prestarle a Tito Fernández «servicios de carácter sagrado».
Dos semanas más tarde, el folclorista le habría ordenado ir a un motel de calle Ejército con Toesca, lugar en el que el cantautor «sujeto sacó un cuchillo y lo posó en mi garganta, me hizo jurarle una vez más lealtad, obediencia y silencio».
«Me obligó a jurar tener siete encuentros sexuales más con él en ese lugar, amenazándome en todo tiempo con aplicar castigos si decidía desobedecerlo o relatar lo sucedido», cuenta la mujer.
Después de varios años en lo que calificó como «una dinámica de abuso de poder», la mujer llegó al organismo dependiente del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género el pasado 13 de agosto, donde participa en un programa de reparación con especialistas, además de ser asesorada por abogados para la presentación de la querella.
«El Maestro»
De acuerdo con la información que difunde el matutino, el Centro Integral de Estudios Metafísicos (CIEM), que dirige Fernández, se organiza en una pirámide jerárquica.
En ese organigrama se ubica en primer nivel «el maestro», luego vienen «el instructor», «los sacerdotes y las sacerdotistas» y «los vigilantes».
Al final de la cadena están «los estudiantes de grado» y «los aspirantes».
La mujer, comentó que cuando llegó al centro»me pareció que había encontrado una familia espiritual».
Sin embargo con el paso del tiempo «cuando pude conocer realmente al ‘maestro’, todo se derrumbó«, agrega.