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¿Y qué si Bad Bunny viniese a Viña?

La noticia la dio este mismo diario, la mañana del martes: “Bad Bunny sería una de las cartas para el Festival de Viña 2019”, decía el título. Cuarenta y ocho horas después de haber sido compartida en la red Twitter, la publicación acumulaba cerca de 200 comentarios, entre los cuales el tono era monocorde: “flaite”, “el Festival en caída”, y una serie de referencias a la delincuencia y a un supuesto estatus perdido del evento.

Lo primero, desde luego, no merece mayor análisis: “flaitear” a un artista, o adscribir a su público a una condición, no es otra cosa que traspasar forzosamente a la música los propios miedos, resquemores y prejuicios, hasta transformarla en una herramienta de segregación. Poner sobre ella una mancha que, a la usanza del paintball, la haga identificable, para así ilusionarnos con permanecer lejos de todo aquello que no queremos ver, aunque esté bajo la alfombra.

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Pero la música no está para eso, como sí lo está para incluir, cohesionar y dar cuenta de diversos prismas y realidades, amén de los que a uno le gusten. Y, con mejor o peor estándar estético (qué duda cabe), Bad Bunny también ha apuntado a aquello.

Quizá olfateando para qué cosas estaba fértil el terreno continental, el puertorriqueño logró dar el chasquido que tantos anhelan, hasta conectar con una masa que hoy lo tiene figurando en los primeros lugares y como número puesto en los principales espacios del mundo latino, incluyendo premiaciones y programas prime de Estados Unidos.

En Chile, ocho presentaciones en su debut de 2017, más una Arena agotada este año con meses de anticipación y un récord de asistencia en el mismo recinto (16 mil personas), dan cuenta de aquello, dejando a un lado los cuentos que muchos quieren creer hasta hoy, pero cuya falsedad ya está más que comprobada (la famosa balacera).

Veamos, entonces, hacia dónde se dirige ahora este flujo, ámbito en el que Viña es sin dudas un espacio privilegiado. ¿Pero cómo? ¿No hablábamos también de una tarima sacralizada, de “viejos tiempos” en los que sólo vinieron estrellas hasta la Quinta Vergara, y que hoy traicionamos con números como éste?

Pues insistir en eso no es más que otra cara de la misma obcecación. Como en la vida misma, con Viña solemos borronear aquellos episodios que entorpecen la leyenda, la historia que queremos contar respecto del tiempo al que nos tocó asistir.

Pero lo cierto es que el Festival no sólo lleva 13 ediciones dando cabida a una más que consolidada escena urbana. A lo largo de su historia, Viña ha sido el corolario de diversos fenómenos, por mucho que algunos hoy no nos enorgullezcan: Los Fantasmas del Caribe, Los Ilegales, Sandy & Papo, Lou Bega, La Mosca Tse Tse, É o Tchan, The Sacados y El Símbolo, son apenas algunos de muchos nombres ya olvidados que han pasado por allí, a fuerza de tener a todo el mundo bailando un puñado de canciones en un tiempo acotado.

Veamos, entonces, si es que Bad Bunny llega o no a la Quinta Vergara en 2019, pero ante la eventualidad de que así sea, mejor liberémonos de tanta gravedad y relajémonos un poco: pensemos que ese día de todos modos encenderemos el televisor, si no para entregarnos al fervor colectivo, al menos para ver qué hay detrás de un fenómeno que nos resulta incomprensible. Ésa también es parte de las gracias de nuestro viejo y querido Festival.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de publimetro

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