El humorista José Luis «Ja Ja» Calderón, quien será el encargado de hacer reír al «monstruo» en la cuarta noche de Festival, no quiere la Gaviota. Tal como lo lee. De cara a su actuación sobre el escenario de la Quinta Vergara, confesó hoy que la famosa estatuilla no está supeditada al éxito y por eso prefiere llevarse la Antorcha de Plata, un premio que le recuerda décadas anteriores en que conseguir un trofeo en el certamen realmente le costaba a cualquier artista.
Ocurre que Calderón tiene una mirada muy crítica respecto a lo que ha sucedido con el humor en Viña durante los últimos años. Por eso, a horas de su actuación, asegura que «prefiero quedarme con la sensación de que no me prostituí en el afán de buscar el aplauso”.
El hombre que hizo carrera como libretista de «De pe a pa» y participando de espacios como «La noche del mundial» asegura que tras su show prefiere que las críticas se centren en los detalles de su rutina, en vez de que se hablé si fracasó por no llevarse los trofeos. Al respecto, pone como ejemplo la presentación de Pedro Ruminot en 2016, a quien se le tildó de poco exitoso porque no consiguió la Gaviota de Oro.
Tras dos primeras noches en las que los humoristas tuvieron gran protagonismo en Viña, el comediante destaca que hoy el escenario para la comedia es muy diferente a antaño. Aunque prefiere no hablar mal de sus colegas, sostiene que las nuevas generaciones usan un lenguaje muy distinto al de sus antecesores: “El humor sin censura está relacionado de la cintura para abajo, y uno puede pasar por fome pero no por grosero”.
Respecto a su show José Luis Calderón adelanta que a lo largo de su rutina hablará de las cosas cotidianas y la contingencia nacional, pero reconoce que le inquieta la hipersensibilidad de alguna gente acerca de ciertos temas. “Me preocupa que en el día de mañana cuando la clase política sea una minoría, no se de que voy a hablar”, indica, para luego agrehar que «no podemos ser mas papistas que el propio papa».
El humorista cree que la aceptación del humor pasa por la forma de cómo éste se plantea en el escenario y sostiene que el público tiene que tener una disponibilidad para reírse de todo. Por lo mismo, adelanta que en su rutina buscará la interacción con el «monstruo» y dejará de lado la imitación porque le quita ritmo a su presentación.