Camaro ZL1: El imperdible y brutal festín de historia, ingeniería y poder

Tras su estruendoso debut en el Salón de Santiago, hubo que hacer fila para subirse en los 580 caballos de fuerza del Camaro más poderoso y tecnologizado de todos los tiempos. Anduvimos tres días en ciudad y autopistas, pero la cena de gala la vivimos en el trazado del autódromo de Las Vizcachas.

POR ALEXIS CARES

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Cada vez que me subo a un Camaro mi inconsciente viaja hasta Buenos Aires, año 2008. En el salón argentino de aquella ocasión conocí al influyente jefe de diseño mundial de General Motors, don Ed Welburn. Partí mal porque le pedí unos minutos para una entrevista y derramé su café en parte de sus pantalones, pero terminé bien porque cuando me lo encontré un par de años después en Detroit recordaba con humor el quemante incidente en el centro de eventos de La Rural.
Welburn fue quien facilitó un Camaro sesentero de su colección personal para ir sacando el proyecto. Me habló del motor 3.2 que tendría el RS y del 6.2 que llevaría la opción V8 denominada SS. O sea, de potencias entre 323 HP y 432 HP. “Luego no hay techo”, me dijo. Y en vez de ser un curioso e inquisidor periodista creo que le sonreí con una inconfundible mueca que debe haber estado a medio camino entre la gentileza y la estulticia… ¿Estaría pensando en lo que hoy conocemos como ZL1? Quién sabe.
Hoy, cuando renace la leyenda que en 1969 vio fabricar apenas 69 unidades, ZL1 toma posesión del trono del reinado del Muscle Car. Lo hace con un “carruaje” tirado por 580 caballos, lo más brutal y potente en la historia del modelo.
Por eso estuvo rodeada de mucha historia, tecnología y mística esta prueba, este súper test que hoy compartimos con ustedes en Autos de Publimetro. Así, con tanto poder descolgándose hacia los neumáticos Goodyear Eagle F1 Supercar (P285/35ZR20 adelante y P305/35ZR20), lo demás sería vivir el estilo de este luchador de las grandes ligas del músculo y el clasicismo americano.
Por lo mismo, fue impagable sentirlo desbocado en el autódromo de Las Vizcachas, donde hoy funciona el Centro de Manejo Avanzado de Alejandro Schmauk. También vivirlo en carretera e, inevitablemente, en la congestión capitalina.
Con todo, es preciso aclarar que todo su diseño y señas distintivas sigue una orientación clara por la aerodinámica. Por ejemplo, al verlo de frente, vemos una rejilla inferior que succiona el viento, aire que sale por las oberturas del capot. Es unverdadero aprovechado del viento, se sirve de él para el avance más limpio e imponente.

TENDRÁS QUE FRENAR…

La recta del reducto puentealtino nos permitió acercarnos a 200 kilómetros por hora (lejos de su máxima de 296 km/hora) y entender que todo ese vendaval precisa de un poder de frenado a la altura. Por lo mismo es que este ZL1 viene aperado con unos Brembo con calibres delanteros de seis pistones y traseros de cuatro, así como rotores de dos piezas (de 14.6 pulgadas adelante y 14..4 pulgadas atrás), lo que, según nos informa Chevrolet, es lo más grande jamás incorporados en un Camaro. La idea es tolerar múltiples frenadas a alta velocidad con una importante resistencia al desgaste (desgaste leve que una intensa sesión de test dio cuenta José Luis Riffo, cuatro veces seguidas campeón de nuestra Fórmula 3 y comentarista experto del programa TacometroTV en La Red y Vivedeportes).
Instalado en el puesto de conducción, donde me rodea la veneración respetada a las raíces del modelo y una tecnología que no hay porqué disimular, experimento la sensación vertiginosa, volcánica y atronadora de su poder. Antes de entregarme a su conducción y disfrute, sabía que los ingenieros se habían propuesto alcanzar altos estándares de adherencia, control y precisión. Sus respuestas en los recodos para conducción high performance de Las Vizcachas me lo cooroboran. El auto pega fuerte desde atrás, si no tomamos con firmeza el volante en una aceleración con más fruición, podemos pasar un mal rato, cuidado. Siempre, en este auto, tengamos en cuenta su potencia. ¿Alguien ya lo olvidó? 580 HP. Cuidado.

EL BUENO DE BOB

Y lo digo con conocimiento de causa porque no hace mucho estuve en un curso en la Academia de Bob Bondurant (Poenix, Arizona), mítico piloto gringo en ganar las 24 Horas de Le Mans, donde puede perfeccionar mi conocimiento y manejo del Camaro. Fue una licenciatura ideal en los 432 HP del SS V8, para luego hacer este doctorado en la butaca del ZL1, rodeada de estilo y comodidad para que el desempeño que les he contado se meta definitivamente en el alma tuerca, esa que es imborrable e imperecedera: pedales de acero inoxidable, volante con base plana, sistema de sonido Boston Acoustics (9 parlantes), microfibra de gamuza, esos cuatro medidores auxiliares con indicador de presión del supercargador en la base del panel central…
Tiene ademanes brutos, para que estamos con cosas, pero es una brutalidad exquisita emanada desde su núcleo de poder y del diseño. Es grande, portentoso, como el caballo más grande del pistolero más rápido del Viejo Oeste. Si Billy The Kid hubiese vivido en estos tiempos, un ZL1 sería su “caballo”, con 580 caballos.

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