Un aspecto clave de la Felicidad Espacial es lo que llamo “galería de emociones”, y con esto me refiero a lo que nos provoca cierto objeto a nivel emocional. Si tienes emociones positivas cada vez que miras un objeto, es una buena señal.
En mi caso, tengo la cómoda de mi bisabuela frente a mi cama. Estaba en la habitación de mi bisabuela, que era una italiana bien parca y, como sabía eso, tenía un cofre precioso lleno de dulces. Era normal que mis primos y hermanos regaloneáramos con la abuela, y luego podíamos sacar algunos dulces. Cada vez que veo ese mueble me acuerdo de los buenos recuerdos con mi bisabuela, es lo primero que veo en la mañana y lo último en la noche, así me aseguro dos emociones positivas en el día. Quizás cada vez que lo veo no vienen todos los recuerdos, pero sí la sensación. Lo mismo hay que hacer con todas las cosas de la casa. Si no amas lo que tienes, no serás feliz nunca.
Si tienes un Picasso pegado en la pared, pero lo odias, debes sacarlo, ya que seguramente serás más feliz con la plata que vale. El primer paso es analizar la casa y ver qué te gusta, no dejarlas porque son lindas o caras. Si abro el velador de mi casa y veo unas chapitas del día del Padre y me lleno de emoción, debo ponerlas en un lugar más visible. Cualquier objeto puede transformarse en una obra de arte. La felicidad es contagiosa. Si soy feliz en mis espacios, cuando lleguen invitados, les guste o no lo que tengo dentro, tendrán la misma sensación que yo y se irán contentos. En mi salita tengo las Barbies de mi mujer. Ella las tenía guardadas en caja y le encantaban, así es que las colgamos en el muro, y cada vez que entra en la sala se siente bien. Las buenas ideas y la creatividad pueden mucho más que la plata.
Cuando pensamos en aplicar la Felicidad Espacial no pensamos en tendencias o en moda. Es un trabajo personalizado, donde no importa el estilo de la casa o lo que está de moda. También hay que considerar que cuando contratas a un diseñador le entregas todo el proyecto, y estás haciendo feliz al decorador porque hace lo que quiere él, pero no te haces feliz a ti mismo. No estoy en contra de los decoradores, pero quizás deberían preocuparse más del sentido que tiene para la gente cada espacio.