Es fácil pensar que la idea de un "aura" que nos rodea pertenece estrictamente al plano de lo esotérico.
Una búsqueda rápida en internet arroja decenas de consejos para "limpiar el aura" y "alejar las energías negativas". Y quizás este es el único contexto en el que has visto la palabra, por lo general asociada a las emociones y cómo estas pueden influir en tu bienestar físico y mental.
Pero, esoterismo aparte, la ciencia sí ha demostrado la existencia de un "aura viviente" individual: se llama exposoma humano y no tiene nada que ver con las energías espirituales.
El término describe esa nube personal de microorganismos, elementos químicos y otros compuestos que en efecto van con nosotros a dondequiera que estemos.
El exposoma constituye el centro de un estudio que durante cinco años desarrolló un grupo de genetistas de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos).
Y aunque la ciencia ya tenía nociones sobre este concepto, la investigación, publicada en la revista científica Cell a mediados de octubre, demostró que es posible medir "a nivel individual" los elementos del ambiente a los que está expuesta cada persona.